martes, 17 de diciembre de 2013

MARIA, LA ECUATORIANA


Una mujer, llamémosla María, aunque éste, lógicamente no es su nombre real, quedó ciego el pasado 30 de junio de este año debido a las heridas que le provocó su ex marido, con quien había estado casada 12 años y ya llevaba más de un año separada, en los ojos y en la cara con una botella de cristal rota. Fue un punto de inflexión en las palizas que recibía casi a diario, las humillaciones y la exposición a perder la vida lo que hizo que María tuviese que acudir al  hospital para que le trataran las graves heridas sufridas.
Esto ocurrió en Otavalo, Imbabura (Ecuador). Ahora María solo puede oir reir a sus hijos, pero ya no verlos más. Tiene tres niños que han padecido con ella las amenazas y los golpes de su padre.
María no sólo ha quedado ciega, también arruinada. Había sacado un crédito para una vivienda y ahora se le sumaban los gastos de dos hospitales públicos, la compra de medicinas y los trámites y gastos de movilización. Ha sufrido dos operaciones. Le extrajeron los lóbulos y los tejidos destruidos de los dos ojos, además de suturarle ocho heridas en el rostro y dos en el dorso de los dedos de su mano derecha.
El mayor problema de María no son las heridas o la ceguera, son sus hijos. El niño de nueve años tiene pesadillas con episodios de pánico nocturno, y los otros dos tienen miedo.
Otra mujer, Fernanda fue apuñalada por su esposo en la espalda, a la altura de la columna vertebral. Ahora no puede caminar y va en silla de ruedas. Ya no puede trabajar limpiando oficinas y viviendas, como hacía antes. Se dedica a vender caramelos, pero su mayor preocupación es que sus tres hijos vieron a su padre intentando matar a su madre, y eso es algo que les quedará grabado en la retina mientras vivan.
Un estudio elaborado por el Programa para Combatir la Violencia contra la Mujer de la Cooperación Alemana reveló que las microempresarias ecuatorianas dejan de trabajar, en promedio, 54 días y pierden USD 370 al año como resultado de la violencia de género. El documento señala que anualmente se generan en el país pérdidas de ingresos entre USD 8 millones y 49 millones.
Al marido de María se le realizó un peritaje psicológico y demostró, sin lugar a dudas, que ese hombre al que ella conoció cuando eran adolescentes, reveló que es posesivo, controlador y se sentía dueño de ella. Pero la mujer no denunció y la violencia se fue incrementando.
Angélica Cruz, licenciada en Trabajo Social y quien atiende a mujeres víctimas de violencia, señala que el problema es que se acostumbran a ser violentadas y crean una dependencia emocional con el agresor. "Son víctimas de insultos y ridiculización. Entonces ellas llegan a creer que no sirven para nada, que son tontas". Tras recuperarse de sus lesiones físicas, María acude a terapias de ayuda psicológica. Le aconsejan que siga adelante por sus hijos y que sea firme en el momento de guiarlos y dócil porque son niños.
Además de las secuelas psicológicas en las mujeres éstas presentan síntomas como taquicardia, temblores, sudoraciones no comunes, insomnio, fatiga, desconcentración y falta de capacidad para tomar decisiones. Aumenta en ellas la anemia en un 9% y si la violencia física es grave, hasta en un 15% de los casos.

Aquel 30 de junio, ella pensó que iba a morir. Pero, a pesar de todo, María está agradecida con Dios por seguir con vida. Ahora, con los USD 318 que gana al mes, paga la comida, luz, agua… "Siempre he mantenido mi casa y ahora con mayor razón porque el padre de mis hijos está en la cárcel". El 15 de noviembre pasado, el hombre fue sentenciado a 12 años y seis meses de reclusión. Tras la tragedia, un familiar le permitió mudarse a su casa y abandonó la vivienda que tenía con su cónyuge. Ahora sus hijos son sus ojos. La hija mayor le ayuda a cocinar y a lavar la ropa. María prepara los almuerzos para sus niños una noche antes.

Sólo me queda animar a las mujeres de Ecuador, como a las de cualquier país del mundo, que denuncien, que se muevan y que actúen. Si lo hacen, podrán evitar que todo esto les suceda el día de mañana a sus hijos.


(base de datos en el diario www.elcomercio.com)

martes, 10 de diciembre de 2013

UN COLOR VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

            Color rosa para niñas, color azul para niños. Esta es la absurda idea que se tienen de los colores al asociarlos con la ropa y los atrezzos de los niños y de las niñas. Cada uno tiene que estar separado desde el momento en el que nace.
            Cuando a una niña se la identifica con un color, no sabemos el daño que le estamos haciendo para su futuro.
            El color rosa está íntimamente relacionado con el mundo privado, con los vínculos afectivos, con las interrelaciones personales, con el mundo de lo privado, el sometimiento y la reproducción. Es un color dulce con el que vestimos a nuestros niñas para que incorporen el modelo de “mujercita”. Con ello se les vincula a la dependencia y el sentimiento de autoestima se vincula a agradar a los demás.
            Aún hoy, el hecho de ser madre se antepone al de ser una profesional. Sin ir más lejos, cuando un matrimonio trabaja, quien falta de su puesto es la madre para acudir al médico y atender a sus hijos. Así se está considerando a la mujer como una carga para el empresario. Es una tarea no compartida en la mayoría de las parejas.
            Desde pequeñas nos han enseñado que para ser mujer hay que ser bondadosa, discreta y bella. La discreción hace referencia a la imagen de persona suave y callada, a pasar desapercibidas. La bondad significa cuidar a los demás y hay una gran presión social para que esto se cumpla. El ejemplo claro lo tenemos en la dependencia que ejercen los abuelos y abuelas al ser adultos, al necesitar de una atención que, en un porcentaje altísimo, le dan las hijas antes que los hijos.
            El mandato de que debe ser bella, incluye la orden de que debe ser guapa, delgada, atractiva y eternamente joven. Es la única forma de que sea visible y reconocida en la sociedad.
            Estos estereotipos, acentuados unos y avanzados en su demolición en otros casos, son los que inculcamos con un simple color a las niñas: el rosa.
            Mientras tanto, a los chicos se les asocia con el color azul. Un color que se relaciona con el mundo profesional y público. Está asociado a la producción.
            Se les enseña que la autoestima debe basarse en el ambiente público, principalmente, orientándoles desde pequeños a la motivación de logro hacia el exterior y a no darle importancia al ámbito privado.
            A los chicos se les presenta la vida como un escenario donde deben probar su competencia en el mundo profesional y productivo, mientras que en el entorno familiar se les influye para que sean cuidados y atendidos.
            Los mensajes que reciben son de visibilidad, dominación y superioridad. Por el hecho de pertenecer al “sexo fuerte”, se les tiende a sobrevalorar, sobrexigir e infraproteger.
            Se les permite mayor agresividad y actividad, reprimiendo sus expresiones de debilidad, ternura, miedo, inseguridad o tristeza.
            El color azul del niño está diciendo todo lo anterior.
            Si una niña exige un color azul, un camión como regalo o una caja de herramientas, está demostrando que no es una niña como la que quisiéramos; se le denomina “marimacho” porque sus gustos no están dentro de los estereotipos que la sociedad ha decidido que debe estar.
            Si por el contrario, un niño quiere una muñeca para jugar o le gusta un jersey de color rosa, o demuestra demasiado afecto por los demás, se le tacha de “sensiblero”, poco hombre” o incluso, despectivamente “marica”.
            No debemos olvidar nunca que es la sociedad la que impone estas normas, así pues el ejercicio de bordar es femenino en España, mientras que en Pakistan o Marruecos son los hombres quienes lo hacen y, además, en la puerta de su casa, mientras que aquí es el interior de la misma.
            Construir una casa en Europa es cosas de hombres, mientras que en Vietnam, India o Bali, lo hacen las mujeres.

            Históricamente la mujer se ha asociado con las tareas agrícolas, mientras que hoy en día, es difícil ver una mujer encima de un tractor. Ha cambiado en este ámbito el papel jugado por la mujer, para pasar a ser de los hombres.

martes, 3 de diciembre de 2013

EL CHISTE DEL MALTRATO

            Después de leer las noticias, me pregunto: ¿está de broma la prensa?.
            No puede ser que una concejala, mujer para más inri, perteneciente al Partido Popular de Castilla La Mancha, ejerciendo sus funciones en el Ayuntamiento de Albacete, haya dicho lo siguiente:

La culpa es del ejecutivo del expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y de los demás responsables socialistas que han ostentado el poder en Castilla La Mancha: José Bono, José María Barreda, Manuel Pérez Castell y Carmen Oliver (estos dos últimos, exalcaldes de Albacete).


Vemos como los chicos de hoy en día tienen conductas de tiempos pasados y están asumiendo roles que hoy ya no tienen sentido. Se sienten valientes, arriesgados, protectores, fuertes. Vemos por el contrario que las chicas están asumiendo papeles de sumisión", ha declarado Llanos Navarro, quien ha añadido que las chicas de hoy en día "confunden indicadores de control y de dominio de sus parejas con muestras de cariño y de afecto". 

"Algo ha fallado", lamentó Navarro, antes de declarar que "tenemos que reconocer que esta juventud ha crecido bajo el mandato socialista"

            Que nadie piense que esto es una broma, en absoluto. La señora ha lanzado estas declaraciones en rueda de prensa que se pueden ver en youtube, y después se habrá ido a celebrar tal intervención por lo bien que lo ha hecho.

            Tengo claro de donde viene esta visión tan exageradamente absurda de la generación que nos va a preceder. Llanos Navarro nació en 1964, por lo que una buena parte de su infancia la “disfrutó” bajo el yugo de la dictadura.
           
            No hay palabras en el diccionario para expresar la repulsa que me provocan estas declaraciones tan absurdas, de echar la culpa al pasado de los errores del presente; cuando su obligación es, sin ningún tipo de discusión, mejorar la dotación económica de la ayuda a la mujer maltratada, proteger a las víctimas y dejarse de tonterias como la que nos ocupa.
            Todo tiempo pasado, pasado está. Si pensamos como la señora Navarro, dentro de unos años vamos a tener niños pijos y un notable incremento del desfalco y la malversación de fondos públicos, porque es lo que los niños están viendo ahora.

            "El Partido Popular se ha encontrado con esta situación y por ello no nos podemos sentir responsables de las medidas de sensibilización, prevención y de todas las actuaciones que se han realizado para educar en igualdad", ha concluido.

            Señora Navarro, siempre hubo tontos y listos y, sinceramente, no creo que usted esté en la lista de los segundos.



viernes, 29 de noviembre de 2013

VIOLENCIA Y UNIVERSIDAD


            Acaba de hacerse público el resultado de un estudio sobre violencia de género ejercida en el ámbito universitario español. Cierto es que la participación ha sido muy efectiva al haber entrado en dicho estudio un total de 12 universidades de nuestro país (diez públicas y dos privadas) y con un recuento total de casi 4.000 estudiantes que han dado su aportación a este grave problema social que tanto nos acucia.
            Según los datos desprendidos, un 14’3% de las chicas universitarias de nuestro país, admiten que han vivido situaciones de maltrato en su relación de pareja, aunque las justifican a la vez que rechazan que se produzcan.
            En cuanto a los chicos, uno de cada diez estudiantes masculinos reconoce haber ejercido o intentado ejercer algún tipo de maltrato sobre sus parejas y en el 4,3 por ciento de los casos llegaron incluso a golpearlas.
El 10 por ciento de las estudiantes perdonaría a su pareja si sufriese violencia de género,
La mayoría de los estudiantes no cree que en la universidad haya prácticas ni situaciones machistas, aunque dos de cada diez jóvenes se muestra de acuerdo con ideas como que el hombre más agresivo es más atractivo.
Las universitarias que reconocen haber sufrido situaciones de maltrato "a menudo" o "muchas veces" relatan que sufrieron mayoritariamente aislamiento, control abusivo y agresiones verbales.
De las que declaran haber padecido "abuso múltiple", el informe destaca que el 11,7 por ciento de las víctimas se ha sentido obligada a practicar conductas de tipo sexual en las que no quería participar y el 10 por ciento declara que se han difundido mensajes, insultos o imágenes suyas por internet o por el teléfono móvil sin su consentimiento.
Otra de las conclusiones reflejadas en la investigación es que los mensajes de dominio y violencia que se han escuchado a adultos de referencia y el hecho de relacionarse en un entorno universitario percibido como machista incrementan el riesgo de maltrato entre los hombres y también, aunque en menor medida, el riesgo de victimización entre las mujeres.
Respecto a la respuesta que dieron las mujeres maltratadas: rompieron su relación, el 96,9 por ciento; recurrieron a amigas, el 83,6 %; pidieron ayuda profesional, el 77,8 por ciento, y recurrieron a su madre, el 77,4%.
Pero también otras víctimas decidieron olvidarse "para ver si no repite" (7,2% de los casos) y pedirle que no lo repitiera, dándole una oportunidad, el 10 %.
Los universitarios españoles consideran en un 95% de mujeres y un 94% de hombres, que el apoyo psicológico es lo más importante, seguido por el apoyo jurídico, (88% y 91%, respectivamente) y el alojamiento protegido (el 88% de mujeres y el 87% de hombres).
            En vista a este informe son muchas las cuestiones que se pueden plantear, pero lo que nunca me ha gustado de estos estudios son que buscan respuestas a preguntas preparadas, sin dejar un espacio abierto donde especificar las acciones que los estudiantes, en este caso, puedan dar opiniones sobre qué soluciones serían prácticas según ellos.
            Los estudios dan una muestra global, pero el hecho de que en un porcentaje, un 99% esté de acuerdo en algo, significa que ese 1% restante puede ser aquel que cometa el delito, el que siga pensando que la mujer es un objeto a su antojo y, en definitiva, el problema real que hay que perseguir para ponerle solución.
            ¿Qué hacemos con esos datos? Demuestran que, por una parte, conocen el problema, están sensibilizados, que saben qué hacer, detectan el problema, pero una cifra considerable no actúa como es debido.

            Espero ansiosa la segunda parte de algún estudio de este tipo en el que se pongan soluciones, se ataje, se comprometa la persona encuestada a divulgar, concienciar y plantarse ante este grave problema como es el maltrato a las mujeres.

jueves, 28 de noviembre de 2013

HABÍA UNA VEZ....

     Hay mucha gente implicada en erradicar la violencia contra la mujer. El otro día recibía por correo esta preciosa historia que, lejos de pensar que es surrealista, debemos proponerla como meta. Me gusta mucho esta idea de convivencia y, con permiso de su autor, os la dejo para que la leáis. 
     Es un ejemplo de que los hombres también quieren acabar con el maltrato, algunos más que nosotras mismas, y creo que por vergüenza propia de ver lo que su género es capaz de hacer.


Había una vez un país donde todos éramos iguales, donde mujeres y hombres convivían en igualdad de condiciones, donde se compartían por igual derechos y obligaciones, donde al nacer el sexo no condicionaba tu vida. Podías ser lo que quisieras, podías elegir a qué jugar, incluso podías realizar tus sueños, inquietudes o vocaciones sin que nadie cuestionase si eran masculinas o femeninas.
En ese país,nadie se preocupaba de tu sexo, nadie cuestionaba tu capacidad por ser mujer, nadie se sentía ofendido por que una mujer estuviese mas capacitada que un hombre.
En ese país se entendía el significado del “NO” y se entendía que, simplemente, no es no.
Solo por ese motivo, en ese país, no había acosadores, maltratadores ni violadores. Se conocía su significado, se sabía que una persona no es propiedad de otra, y que los golpes no quieren decir 'te quiero', y que cuando alguien pega, insulta, veja o anula emocionalmente a otra persona, no la está protegiendo, no la está queriendo, no está haciendo nada bueno por ella.
Era un país donde quien no comprendía la igualdad era considerado un ser despreciable, un cobarde, un ser que no tenía cabida en una sociedad donde considerar a otro ser humano de tu propiedad, o inferior a ti, estaba condenado con el destierro de por vida.
Un país donde jamas se entendería que en un año murieran más de 70 mujeres de manos de aquellos que decían quererlas, al igual que no entendían que en ese mismo año hubiesen miles de denuncias por acoso, maltrato, insultos y vejaciones hacia aquellos que enamorados de ellas, iban a cuidarlas, protegerlas y mimarlas de por vida.
Desde luego que, si ese país existiera, no se llamaría España. Un país donde todavía queda ese olor rancio a machismo de otras épocas, donde aún se piensa en poseer en propiedad a otra persona. “ Si no eres mía, no lo serás de nadie”, “ Un guantazo a tiempo, evita muchas peleas”... éstas y otras frases parecidas te demuestran la calaña de esas personas y de que estamos muy lejos de aproximarnos a ese otro país, donde nos permiten igualarnos a ellas, sin tener en cuenta nuestras limitaciones, nuestras debilidades, nuestras carencias, como si realmente no hubiese diferencia entre un hombre y una mujer. Y por supuesto que las hay.
                                                                                                                 Ramón


Reflexionemos sobre el país que queremos construir para que nuestros hijos se sientan orgullosos de nosotros. 

viernes, 22 de noviembre de 2013

¿25 DE NOVIEMBRE, NAVIDAD?

En plena campaña institucional contra el maltrato a la mujer, mi agenda se llena de actos, charlas, tertulias café, mensajes de correo, llamadas de teléfono...porque el día 25 de noviembre se celebra el día internacional contra la violencia de género.
¿Y el resto del año?
Cada vez estos actos me recuerdan más a la Navidad. Ocasiones para hablar sobre el tema que se suceden en miles de lugares a la vez. Una semana y vuelta los datos al cajón de la mesa de despacho...hasta el próximo año.
Parece que durante esta semana nos vamos a comer el mundo, que las mujeres se van a apoyar unas otras, porque tras una charla, el ánimo se eleva, los casos salen a la luz ante el asombro de vecinas de quien habla...es cuando parece que se ve una luz al final del camino. Pero es un espejismo, porque los ánimos son como el papel, se guardan, vuelve el miedo y la rutina y la mujer que denuncia públicamente su caso, no emprende la segunda parte de la acción, y la más importante, cumplimentar el trámite judicial, desenmascarar al maltratador y dejar que la fiscalía actúe.
Es una pena, y no sabéis cuánto me entristece que esto suceda de este modo.
Cada día los políticos me defraudan más, solo interesa aparecer en fotos de prensa, en programas de televisión, pero con datos que se les dan ya elaborados, porque ni siquiera saben lo que sucede durante el resto del año.
Yo llevo casos de mujeres de años a los que sigo, y como yo, mucha otra gente se deja la piel por ayudar y estar ahí, día a día, codo con codo con las mujeres maltratadas. Hay gente que voluntariamente se entrega cada mañana, después de sus tareas domésticas, a salir a la calle y prestar una ayuda desinteresada que, aunque se haga en nombre de un partido político, llegado el momento no le apoyan.
Me he encontrado con casos en charlas de pueblos, sentada junto a una concejala de la mujer, que me preguntaba, después de oir el caso de una niña maltratada que ella conocía, qué podía hacer. ¡Por Dios! Los medios los tienes tú, la administración está a tu servicio, es tu obligación!!!.
A veces he recorrido cien kilómetros para ir a un pueblo, sin cobrar nada; simplemente les decía que me financiaba con la venta de mi libro ¡Zorra! que en presentaciones cuesta la irrisoria cantidad de 15€. Han llenado el local, han dado la cara como organizadoras en nombre del ayuntamiento de un acto que favorece a la mujer, y han sido incapaces de molestarse en comprar ni un solo libro. Esto se llama falta de estilo personal. De vuelta a mi casa, he intentado ponerme en contacto con las personas que he conocido en esas charlas, para seguir su caso, porque sé que desde algunos ayuntamientos, poco se les va a ayudar.
La política y la vida, cada día se alejan más. Me decepcionan los militantes y las militantes, me entristece más de lo que puedo expresar, que el maltrato a la mujer se haya convertido en un lavado de imagen y en un tira y afloja de acusaciones políticas de todos los bandos, mientras que la mujer es la que se encuentra en medio y soporta, además del maltrato de su pareja, el maltrato de quienes hemos puesto ahí a través de nuestros votos, para que la situación mejore.
Señores y señoras políticos/as por favor, realmente sientan la labor que están desempeñando porque hay vidas humanas en juego y esto no tiene nada que ver ni con la época navideña ni con las películas de televisión: esto es real.

jueves, 21 de noviembre de 2013

LOS ASESINOS TIENEN NOMBRE

            Hoy leo en la prensa una carta que redacta Flor de Torres Porras,  fiscal delegada de Andalucía de violencia a la mujer y contra la discriminación por identidad sexual. En ella, dedica unas conmovedoras palabras a Luva, quien en 2004 perdió a su nieto y a su hija a través de las puñaladas que recibieron ambos del marido y padre de ambos.
  Esta carta denota empatía, cariño, impotencia; pero también deja clara la falta de compromiso que, por parte de quienes luchan contra el maltrato, impide denunciar en mayúsculas al maltratador, y en este caso, asesino.
Flor hace brevemente una introducción al caso de Luva, a su hija Irina, de 28 años quien amamantaba a su bebé Sergio, de nueve meses y de cómo I.D., su yerno, entró en la cocina, cogió dos cuchillos grandes y afilados y se dirigió hacia ellos, clavándoselos a ambos, pero asegurándose de que Irina pudiese ver como su hijo era asesinado antes de morir, mientras su asesino, apoyado en el quicio de la puerta, sonreía al ver la escena.
            La brutalidad de este hecho, ocurrido el 28 de abril del 2004, hizo que se apresara al asesino (presunto por aquel entonces), se le juzgara y se le sentenciara a 37 años de prisión. Eso si, en su defensa, I.D. justificó su agresión al hecho de que unas voces le indicaban que era eso lo que tenía que hacer, que estaba fuera de sí. Esto es algo muy común en quien comete un delito. La mente es difícil de analizar y se intentan salvar quienes cometen un atentado, a través de aducir enajenaciones y otras tonterías.
           ¿Por qué cuento esto hoy? Sencillamente porque en la carta y el correspondiente artículo de el periódico El País, se ponen claramente los nombres de las víctimas, pero no el de su asesino, quien se identifica sencillamente con I.D., sin hacer mención a ningún dato que pueda revelar su persona.
            Esto sí me parece grave, gravísimo. Por respeto a Irina, a Sergio y a su madre Luva, quien lleva el dolor cargado a sus espaldas hasta el día que muera, creo que quien debe identificarse es el asesino. No poner I.D., sino decir su nombre, apellidos, lugar de origen, su número de identificación fiscal, y hasta su foto.
            La justicia parece defender al asesino. Primero, llamándole presunto hasta en los casos en los que comete su delito delante de testigos; segundo, ocultando su identidad; y, en tercer lugar, editándose sentencias favorables como la de Estrasburgo sobre la anulación de la doctrina Parot, que permite la salida a la calle de asesinos y otros despojos humanos sobre quienes debería aplicarse la inmediata extradición de este país, si son puestos en libertad.

            Agradezco a la fiscal Flor de Torres, el haber devuelto a la actualidad el caso de Irina y de Sergio, porque, aunque haya sido para enaltercer su recuerdo, se ha vuelto a hablar de dos seres inocentes que perdieron la vida a manos de un “no identificado públicamente”.

lunes, 18 de noviembre de 2013

MI DIARIO ES MI MOVIL

El teléfono móvil se ha convertido en el diario íntimo de otras generaciones. La llave de aquellos libritos que completábamos día a día y después cerrábamos bajo una llave que colgábamos del cuello, son ahora aparatos móviles, con clave de acceso y una información que, lejos de ser personal, sí continua siendo íntima de forma engañosa, al ser compartida por decenas, cientos de amigos de los que apenas se conoce poco más que su nombre, y si éste no es ficticio.
Los datos que me llegan a diario escandalizan.
Si pudiéramos acceder a los mensajes que nuestros adolescentes se envían de forma continuada, nos echaríamos las manos a la cabeza comprobando las barbaridades que se dirigen en forma de caracteres informáticos.
El ciberacoso está plagando nuestra sociedad, estamos creando una generación que admite el maltrato psicológico como algo normal.
Donde los adultos vemos síntomas alarmantes de control, los jóvenes ven síntomas de amor por parte de su pareja.
Saber dónde estamos, qué estamos haciendo, cuando nos hemos conectado por última vez, son síntomas de relaciones imperfectas, no de la libertad que debe llenar anexa toda relación amorosa.
Nuevos términos se asocian a estas formas de relacionarse: “ciberacoso” o acoso a través de las redes sociales;  “grooming” o acoso sexual en la red; “sexting” sexo en la red.
Tenemos que ser conscientes que en 2012, el 60% de las llamadas que se recibieron de menores de edad en el teléfono de mujeres maltratadas, correspondía a menores que tenían 17 años, un 19% tenía 16 años y lo más inquietante de todo es que el 12% de las llamadas fueron realizadas por niñas de 13 y 14 años.
Estos datos nos dan una muestra de hasta qué punto el maltrato está dándose en jóvenes, casi niños; puesto que la edad de noviazgo en España ha bajado hasta los 13 años.
La mayoría de las denuncias se han interpuesto porque en un momento de enervación amorosa, las adolescentes colgaron fotos íntimas que después fueron reenviadas a compañeros del colegio o del instituto, e incluso a familiares y amigos.
Casi siempre es la intervención de algún mayor lo que hace posible que estas niñas denuncien. Esto nos hace comprobar que debemos estar pendientes de cualquier rasgo en el comportamiento de nuestros menores que nos ayude a identificar una situación de este tipo.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

SUPUESTAMENTE...

Le llamaré María, porque todas las mujeres se supone que nos llamamos así.
Supuestamente, esa mañana se despertó como siempre. Amparada por su pueblo, Torremolinos, intentó hacer un día normal de una vida anormal. María atendió su casa, posiblemente habló por teléfono con su hija y quizás salió a hacer alguna compra para preparar la comida.
Supuestamente, fue un día normal. Su pareja salió como todas las mañanas y, supuestamente, bebió con los amigos después del trabajo.
María estaba preocupada. Sus vecinas la notaban rara. Ya le habían visto en alguna ocasión magulladuras e incluso algunas, supuestamente, habían escuchado gritos en la casa. Quizás por eso su hija no estaba con ella. La edad, diría María, para espantar malos hábitos y demonios que rondaban por la casa y compartían con ella una vida dura que le había tocado vivir.
Ya había pasado por el maltrato antes. No fue una chica ni guapa ni fea; pero sí con mala suerte en el amor. Siempre acudían a ella los peores chicos, los más gamberros, los más intolerantes, los más maltratadores…ya se lo decía su madre. Pero para María el amor era un ciego sin operación y el corazón no mandaba sobre su cabeza.
Dos parejas, dos rupturas por maltrato. A la tercera va la vencida. Esta era su última oportunidad, decía ella. Su hombre no era malo; quizás algo violento, pero, supuestamente, nada amenazante.
María había sobrevivido a sus anteriores relaciones; y otras relaciones de su hombre habían sobrevivido a él. Ya le había denunciado, pero no pasó, supuestamente, nada más.
No era feliz, pero vivía en una condición asumida que iba con ella desde el amanecer hasta el ronquido de su pareja. Era miedo, pero un miedo amigo, porque nadie más que un amigo puede permanecer contigo durante tanto tiempo.
La otra noche, supuestamente, su hombre vino enfadado. Supuestamente, le amenazó, le gritó, le pegó. Haciendo uso de su fuerza, supuestamente, cogió un cuchillo de la cocina y terminó para siempre con la vida de María. Ya se había ido el miedo. El de ella y el de él. Ya no habría más discusiones ni más denuncias.
Algunos dirán que, supuestamente, lloró y se arrepentió.
Comprobó lo que había hecho y se entregó a la policía, quienes dijeron que, supuestamente, la había matado.
Supuestamente María habría muerto a manos de un asesino.
Supuestamente es presunto.

¿Supuestamente?