La lista de asesinatos de mujeres se está haciendo larguísima; familias destrozadas, hij@s sin madre, madres y padres sin sus hijas, pero mientras tanto el Gobierno crea subcomisiones que analizarán la situación, que pasará después a una comisión y ésta decidirá sobre un preacuerdo de las fuerzas políticas (si llega a producirse) para subsanar los fallos y evitar que siga esta escalada de odio contra las mujeres en nuestro país.
Todo demasiado lento, demasiado burocrático.
La Asociación Ve-la-luz mantiene una huelga de hambre pidiendo soluciones, mientras los publicitarios les hacen fotos como si el tema fuese una nueva atracción de feria.
En mis propias carnes sufro el rechazo de las administraciones a ayudar a la asociación Ni Ilunga que presido, para informar, ayudar, acompañar e intentar paliar, en lo posible, esta situación. No es un tema que interese, al menos, hasta el 25 de noviembre!!!
Las empresas compartes sus fondos destinados a causas sociales con colectivos que son más agradables a la vista de sus clientes. (Algún día diré los nombres de las que han rechazado trabajar con Ni Ilunga para ayudar en la lucha contra la violencia de género)
No es cuestión urgente, me dice alguna gente. ¿No? ¿Es más urgente salvar ballenas en el Ártico cuando (sin ofender a las ballenas) las mujeres están muriendo a nuestro lado y sólo reaccionamos cuando una conocida es apaleada, insultada o asesinada?
Es cuestión de todos. Es un problema de todos. Pero el día que se acuse a la Administración de no actuar y se le facture como cómplice de un homicidio involuntario, las cosas cambiarán.
Aún no he encontrado un abogado que acepte un caso donde incriminar a esos políticos que dejan actuar, que se comprometen realmente con la causa y provocan que un nuevo asesinato nos salpique, como un anuncio de automóviles, sin inmutarnos.
Las mujeres seguimos siendo de segundo plato. Sólo servimos para que un programa de televisión nos dedique unos minutos a horas intempestivas, donde los casos reales que aparecen, sin compensación económica alguna y menos protección policial, se le está diciendo al maltratador: "Ven, aquí la tienes, está contando tu historia: Mátala".
Hagamos un ejercicio de reflexión real y objetiva. Hagamos algo, por el amor de Dios!