Le llamaré María, porque todas las mujeres se supone que nos
llamamos así.
Supuestamente, esa mañana se despertó como siempre. Amparada
por su pueblo, Torremolinos, intentó hacer un día normal de una vida anormal.
María atendió su casa, posiblemente habló por teléfono con su hija y quizás
salió a hacer alguna compra para preparar la comida.
Supuestamente, fue un día normal. Su pareja salió como todas
las mañanas y, supuestamente, bebió con los amigos después del trabajo.
María estaba preocupada. Sus vecinas la notaban rara. Ya le
habían visto en alguna ocasión magulladuras e incluso algunas, supuestamente,
habían escuchado gritos en la casa. Quizás por eso su hija no estaba con ella.
La edad, diría María, para espantar malos hábitos y demonios que rondaban por
la casa y compartían con ella una vida dura que le había tocado vivir.
Ya había pasado por el maltrato antes. No fue una chica ni
guapa ni fea; pero sí con mala suerte en el amor. Siempre acudían a ella los
peores chicos, los más gamberros, los más intolerantes, los más maltratadores…ya
se lo decía su madre. Pero para María el amor era un ciego sin operación y el
corazón no mandaba sobre su cabeza.
Dos parejas, dos rupturas por maltrato. A la tercera va la
vencida. Esta era su última oportunidad, decía ella. Su hombre no era malo;
quizás algo violento, pero, supuestamente, nada amenazante.
María había sobrevivido a sus anteriores relaciones; y otras
relaciones de su hombre habían sobrevivido a él. Ya le había denunciado, pero
no pasó, supuestamente, nada más.
No era feliz, pero vivía en una condición asumida que iba
con ella desde el amanecer hasta el ronquido de su pareja. Era miedo, pero un
miedo amigo, porque nadie más que un amigo puede permanecer contigo durante
tanto tiempo.
La otra noche, supuestamente, su hombre vino enfadado. Supuestamente,
le amenazó, le gritó, le pegó. Haciendo uso de su fuerza, supuestamente, cogió
un cuchillo de la cocina y terminó para siempre con la vida de María. Ya se había
ido el miedo. El de ella y el de él. Ya no habría más discusiones ni más
denuncias.
Algunos dirán que, supuestamente, lloró y se arrepentió.
Comprobó lo que había hecho y se entregó a la policía,
quienes dijeron que, supuestamente, la había matado.
Supuestamente María habría muerto a manos de un asesino.
Supuestamente es presunto.
¿Supuestamente?
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