Tras algunas encuestas entre la población adolescente, se han observado deficiencias en el mensaje que suponíamos claro a estas alturas sobre qué es lo permitido y lo que traspasa la barrera de la dignidad; pero está visto que, o bien no hemos sabido transmitirlo, o bien los sistemas empleados no son los adecuados.
Esta nueva generación que viene pisando fuerte, a los que muchos llaman "generación Nini", pero que demuestran tener, en algunos casos, más valor que tuvimos nosotros a su edad; gente que debe labrarse un futuro ante el mal panorama que les vamos a dejar y aún así, se siguen preparando y luchando por descubrirse a sí mismos y ocupar un sitio respetable en la sociedad.
Son una generación que ha nacido con la tecnología, que viven con ella y que parecen insertados de un nuevo chip que los más mayores somos incapaces de descifrar. Esta gente que viene detrás, necesita de un lenguaje diferente al nuestro, de unas premisas opuestas y, en definitiva, de una nueva metodología para hacerles ver ciertas cosas muy importantes en el tema de violencia de género.
He visto chavales de 15 años acosados por niñas de 14, he hablado con madres que están muy preocupadas por el cambio en el vestuario de su hija que ha pasado de vestir minifaldas y shorts, a elegir pantalones y camisetas anchas para disimular sus curvas, porque al chico con el que sale no les gusta que enseñe nada. He comprobado, atónita, cómo una adolescente excusaba el guantazo de su pareja porque reconocía que ella era la culpable de que se hubiese puesto agresivo.
Son escenas cotidianas que solo necesitan de nuestra atención para comprobar que están ocurriendo en las horas del recreo en los institutos, en las cafeterías, en las tiendas. Todo nuestro entorno está lleno de síntomas entre la gente joven que evidencian que el mensaje no les está llegando.
Debemos enseñar a nuestr@s hij@s que el control no es síntoma de amor, que la privacidad de un teléfono móvil es sagrada, que un cachete no es un beso. Y si a eso unimos la propaganda que reciben de películas, libros y música, donde cantantes como Rihanna reconocen que reciben palizas de su pareja, y que es algo que les gusta, estamos ante un verdadero problema y no pequeño.
Es una lastima que, siendo la adolescencia la edad más bonita de la persona, no se pueda disfrutar por no tener claro que el respeto tiene una barrera infranqueable a la que no se está permitido traspasar a nadie.