viernes, 17 de octubre de 2014

NO AVANZAMOS

Ya tenemos los datos sobre violencia de género en España durante el segundo trimestre de 2014.  El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, con sede en el Consejo General del Poder Judicial, así lo ha publicado.
Cifras alarmantes, para echarse las manos a la cabeza, cada año aumentadas, aunque sean en bajos porcentajes, pero sobre las que hay que replantearse muchas cosas.
Si cada campaña de información, cada divulgación de los objetivos de quienes se rasgan las vestiduras, suponen que las cifran van a disminuir porque las mujeres están cada vez más preparadas para afrontar este gravísimo problema, nos damos cuenta de que no es así.

Cada vez que salen las cifras, éstas tendrían que ser menores, sino, algo estamos haciendo y muy mal, rematadamente mal. Son más de diez años de Ley contra la Violencia de Género, y el panorama de mujeres maltratadas no mejora.

Veamos, durante los meses de Abril, Mayo y Junio de 2014, un total de 31.699 mujeres denunciaron, por motivación propia o impuesta, casos de maltrato. ¿Esto puede considerarse normal, si ello representa un aumento del 0’6% respecto a los datos del mismo período del año anterior?.
Aún hay un dato mucho más grave, de esas más de treinta y una mil mujeres que denunciaron maltrato, 4.188 retiraron la denuncia. Este informe no explica los motivos alegados, que imagino que se expondrán a la hora de retirar y archivar la causa; y me pregunto, ¿por qué no se sigue investigando, aunque la víctima retire los cargos?
El miedo puede hacer mucho daño, y más si tenemos en cuenta que si la denuncia deja de existir, cuando ocurre algún caso de maltrato con final fatal, aparecerá como que no existen cargos previos contra el causante.
Otro dato que me llama la atención, dentro del frío maremágnum de estadísticas que ha sido presentado hoy, es la poca implicación de familiares y amigos a la hora de denunciar. No es posible que de las 31.699 denuncias presentadas, solamente un 1’61% fuesen puestas en conocimiento de la autoridad competente, por personas cercanas a la víctima. Debemos de saber que la no prestación de auxilio es un delito, y que podemos ser multados y condenados por no denunciar hechos que ponen en peligro la vida de las personas. Quizás este mensaje debería darse más entre la población, habida cuenta que casi todos conocemos casos y tenemos pruebas de lo que ocurre en nuestro edificio, barrio o vecindario.
Entre las comunidades autónomas con mayor número de denuncias, se encuentran Baleares, Murcia y la Comunidad Valenciana, donde subieron los porcentajes desde un 21’9%, un 18’1% y un 16’6%, respectivamente.

Aún así, viviendo en Murcia y hablando con Ayuntamientos, Diputados Regionales, Directores Generales de la Comunidad Autónoma, observo en propia piel, el poco caso que se da a este problema. El 99% de las personas con cargo de responsabilidad con las que me he entrevistado para ayudar a zanjar el tema del maltrato, “han pasado” directamente del asunto. No interesa este tema y poco más se puede decir. Es evidente que la Administración Pública española no actúa en consecuencia, sino que deja el tema directamente en manos de la Justicia. ¿Dónde está la prevención?

Decir también que, de las 3.671 medidas civiles derivadas de órdenes de protección como de medidas cautelares, solamente el 5’5% fueron de suspensión de la guarda y custodia de los hijos, en el 3’2% de suspensión del régimen de visitas, y en el 0’6% de suspensión de la patria potestad.

La verdad es que las cifras no me cuadran. Demasiados acusados y pocas suspensiones en lo referente a los hijos, observo dictadas. Y eso que España está en el punto de mira de la Unión Europea por permitir que maltratadores acusados en firme, sigan teniendo contacto con sus hijos.
¿Y el futuro, cómo se presenta? Pues, francamente mal. Según el mismo informe, 38 menores han sido juzgados por violencia de género, de los cuales, 31 han resultado con imposición de medidas, mientras que los otros 7, quedaron totalmente absueltos de cualquier responsabilidad.

Tremendo enfado me causa este tema. Por ello, os indico que estoy poniendo en marcha la Asociación contra el maltrato denominada Nilunga, a fin de poder hacer muchas más cosas a favor de las personas maltratadas.

Si queréis más información, mandad un correo a Asociación.ni.ilunga@gmail.com

lunes, 13 de octubre de 2014

CIEN MEJOR QUE UNO

         Cuando una mujer maltratada levanta el teléfono y marca el 016, está dando el paso más importante de su vida, en lo que a relación de pareja  se refiere, en lo que atañe a su propia seguridad y a la de sus hijos, y a reconocer el grave problema que sufre del que , quizás, no ha sido capaz de hablar en muchos años.
            Levantar el auricular y pedir ayuda, es el mayor síntoma de que esa mujer se ha dado cuenta de que su vida no es normal, que le da igual que su entorno lo sepa o no, de que quiere, necesita, enfrentarse al miedo que le acucia desde el primer día que su pareja le levantó la mano, o la insultó.
            Me he encontrado con mujeres que temen hablar. El consabido miedo a volver a recibir golpes y humillaciones, chantajes sobre los hijos, insultos, abusos sexuales…  Ese pánico hace no levantar el teléfono, no marcar el número, no pedir ayuda. Pero después, cuando vuelven a confiar por enésima vez en las súplicas de su pareja, en los llantos forzados, en las palabras de amor que ya resultan malsonantes; es cuando de pronto, sin mediar palabra, reciben de nuevo un golpe o una palabra hiriente. Y entonces lloran. Y entonces piensan en ese teléfono. Y entonces se arrepienten.
            Son muchas las mujeres que se han perdido en el camino por no pedir ayuda. Muchas las madres que han dejado huérfanos a sus hijos. Demasiadas. Las estadísticas no mienten. Los tabiques de muchas casas no son protectores de lo que ocurre dentro, y los vecinos lo saben, y empiezan a denunciarlo.
            Poco a poco se va moviendo la soga que esclaviza, pero aún me preguntan por qué, cada vez son más las asesinadas, más las que denuncian, más las que imploran ayuda y no la reciben, más los hijos que sufren, más los abuelos que lloran…y, sin embargo, a más que salen, que dan la cara, todavía hay muchas más detrás. Porque queda mucho por hacer. La labor diaria es de todos. Todos teníamos que ser condenados si no luchamos contra el maltrato. Deberían esposarnos por permitir que suceda lo que sabemos que ocurre, y callamos.
            La trampa consiste en culpabilizar a los estamentos, a los políticos. Esos están demasiado lejos del problema. Ellos son culpa del problema. No echemos tizones sobre fuegos que no podremos apagar. Nos escudamos en que deben hacerse cumplir las leyes, pero bien que nos apartamos cuando una pareja discute y él levanta su mano sobre su mujer. Damos un rodeo para no ver una riña entre adultos, y si vamos con nuestro hijo, incluso somos capaces de taparle los ojos y los oídos para que no se percate de lo que ocurre. Craso error.
            Debemos educarnos nosotros mismos para saber educar. Tenemos que pedir actuaciones, pero todos juntos. La individualidad en esta causa, hace que perdamos la batalla. Un maltratador se sentirá poco cohibido si sólo oye una voz que le repudia; pero si son muchas las voces que claman contra él a cada paso que da, se sentirá perdido, abrumado, solo; y sabrá que en su guerra no va a ganar