Cada vez que leo la prensa, los programas de sensibilización
contra la violencia a la mujer y, como hace un par de días, las ingentes
cantidades que se manejan en este tema tan complicado para hacernos llegar un
mensaje de esperanza, más me reafirmo en que el tema de la violencia de género
se está convirtiendo en un pastel tan suculento que se pretende repartir entre
unos pocos.
Cuando se
manejan cifras de millones de euros para una campaña publicitaria que se
inserta en ciertos medios de comunicación, a horas no tan puntuales, lo único
que percibo es un no parar de firmar contratos, convenios, colaboraciones, a la
par que se sigue engrosando la estadística de mujeres que mueren, son
golpeadas, asediadas e insultadas en diferentes ámbitos de su vida.
Según el
cariz del partido en el gobierno, unos se llevan más trozo de la tarta que
otros. Los otros se revelan y así surgen guerras internas que lo único que nos
demuestran a las mujeres, es lo poco que servimos; que por encima nuestra están
sus intereses y sus cuentas de resultados.
Ya me lo
comentaba hace poco una psicóloga inmersa en el mundo del maltrato a la mujer
que trabaja diariamente con estos casos: “Es
muy difícil solucionar el tema, sencillamente porque no se quiere. Hay
demasiada gente comiendo de las partidas presupuestarias que se han creado al
efecto, para que se cierre esta puerta. Sencillamente no interesa acabar con el
maltrato”. Sé que es muy fuerte esta declaración, pero sinceramente cada
día me doy más cuenta de lo real que es.
Las ayudas
sociales se han reducido en este aspecto, las casas de ayuda a las víctimas se
cierran, los profesionales que pueden atenderlas son rescindidos en sus
contratos debido a la crisis financiera de la administración…y mujeres siguen
siendo maltratadas diariamente y asesinadas en los casos más extremos.
Un ejemplo
es la campaña de publicidad lanzada por el gobierno en diciembre de 2012,
denominada “Hay salida”, destinó 1.319.356 euros para su difusión en medios de
comunicación y, aún hoy, se están recriminando unos medios a otros los
porcentajes repartidos. Y me pregunto, ¿no es igual que la víctima vote a un
partido o a otro, que escuche una radio u otra?. Todo ello me demuestra una
falta de higiene mental y de conciencia que me enerva soberanamente.