miércoles, 17 de junio de 2015

NO DEBEMOS AGUANTAR

El día a día de una persona maltratada es más duro de lo que pensamos. Nadie está tras los tabiques, nadie escondido cuando los insultos golpean la puerta, o cuando los tortazos, patadas y lágrimas inundan la trastienda de lo que llamamos, desde la calle, hogar.
Resultado de imagen de dignidad mujerQuien lo sufre o lo ha vivido sabe de qué hablo. Sobre todo, de que pensamos que es algo normal en todas las casas, creemos que es lo que nos tocó por habernos enamorado de esa persona malnacida y que ni tenemos derecho a quejarnos, ni tampoco a divulgarlo porque "la ropa hay que lavarla en casa".
Quienes hemos estado al otro lado y pudimos cruzar la línea de nuestras propia dignidad, sabemos que el maltrato te limita, te somete y te destroza. No son solo los golpes que se suelen ver, los que pueden delatar un hecho, son los otros palos, los interiores, los de los insultos, los del control de tu propia vida, los del manejo de tus opiniones, de tus conversaciones, de tus amistades. Llega un momento que, sin ser consciente de ello, te has convertido en una marioneta de otra persona, a la que intentas agradar, elogiar y defender aunque lo que te diga duela. Crees que eres una mártir por soportar todo aquello y prometes que a tus hijos no consentirás que eso que tú estás padeciendo, nadie se lo haga a ellos.
Entonces, ¿por qué a tí si, por qué permites que te lo hagan? Sobre todo, sabiendo que lo que se viva en tu casa será lo que aprendan para un futuro, y creerán que es lo normal.
Cuando somos maltratadas psicológicamente no somos conscientes de ello, no nos damos cuenta de nuestra realidad, pues se nos ha inculcado desde pequeñas que debemos aguantar, que tenemos que ser heroínas que recibirán su recompensa en el futuro. Y cuando llega ese futuro, ¿qué encuentras?
Los maltratadores psicológicos son sibilinos, gente astuta en algunos casos, a los que excusamos su alto nivel cultural para darles la razón cuando nos amenazan o nos insultan. En otras ocasiones, sabiendo que no dan más de sí, los expiamos por ello. El caso es que siempre damos la razón al macho que piensa de nosotras que no alcanzamos sus objetivos y que si lo hacen es porque nos aman. Y eso nos sucede desde pequeñas, desde que en la cuna nos pusieron los colores rosa para diferenciarnos antes de tener conciencia, de que debemos soportar y mitigar nuestra propia personalidad a otro ser.
Luego ocurre algo. Quizás él se marcha, quizás se aburre de nosotras, quizás una simple palabra contra algo que queremos mucho nos hace despertar y empezamos a preguntarnos qué hemos hecho para permitir que se nos trate así. Pero aún queda un paso muy importante: el actuar.
Y para actuar, hay que contarlo, hay que buscar ayuda, saber qué hacer. Lo principal es conocernos a nosotras mismas, poner límites al mal trato que nos regala nuestra pareja cada día y que, como costumbre, asimilamos como Ley.
Resultado de imagen de dignidad mujerPor eso es tan importante contarlo y no dejar que las cosas de casa se queden en casa. El hecho de que te insulte, te hable mal, te ignore, no comparta contigo el día a día, te observe, te controle, te coarte; no son motivos para vivir con alguien, sencillamente porque llegará un día que se dará cuenta del poder que tiene sobre tí y entonces no le costará nada levantarte la mano. Y ahí será demasiado tarde.
Las mujeres somos personas, tenemos una vida y hemos estado soñando con un futuro durante nuestra juventud hasta que esta tiene que variar obligatoriamente de rumbo porque a la persona en quien has depositado tu amor, se le antoja.
Las deshinibidas son las otras, las mujeres de la calle, pero no lo pueden ser ni la madre, ni la mujer, ni la hija ni la hermana. Es un pensamiento tan patriarcal y tan introducido en nuestro pensamiento desde esa dictadura que sufrieron tantas mujeres y que tan mal se lo hicieron pasar.
Resultado de imagen de dignidad mujerUna mujer ligera no es solo la que vende su cuerpo, sino la que lo muestra, la que opina, la que sale y entra sin permiso. Y resulta que eso era vivir. Y muchas no lo supimos hasta que miramos atrás y nos dimos cuenta de los años perdidos y que nada ni nadie nos los va a devolver.