Hoy quiero dejar plasmada aquí, una poesía que escribió Nadia Anjuman poco antes de ser asesinada por su marido, precisamente porque a éste energúmeno no le gustaba que su mujer perdiera el tiempo con tonterías de poemas y versos, ni que tuviese sentimientos que quería plasmar y compartir.
Fue condenado a un mes de prisión.
No hay más palabras. Os dejo con Nadia.
No tengo ganas de abrir la boca
¿De qué debo cantar?...
Yo, quien está odiado por la vida,
No hay diferencia de cantar o no cantar.
¿Por qué debo hablar de la dulzura?
Cuando siento yo tanta amargura.
Oh, el festín del opresor
Me tocó la boca.
No tengo ni un compañero en esta vida
¿Para quién puedo estar dulce?
No hay diferencia de hablar, reír,
Morir, ser.
Yo con mi soledad agotada
Con dolor y tristeza.
Nací para nada.
La boca se debe precintar.
Oh mi corazón, ya sabes que es la primavera
Y el momento para celebrar.
¿Qué debo hacer con un ala atrapado?
Que no me deja volar.
He estado callada por demasiado tiempo
Pero nunca me olvido la melodía,
Porque cada momento cuchicheo yo
Las canciones de mi corazón
Que me acuerdan del
Día que voy a romper la jaula.
Volar de esta soledad
Y cantar como un melancólico.
No soy un débil árbol de álamo
Que cualquier viento va a sacudir.
Soy una mujer afgana,
Así que sólo tiene sentido para gemir