Según el Ministerio de Asuntos Sociales, son 41 las mujeres muertas en nuestro país por violencia machista. Dos casos más en investigación. Total: 43 . Eso sin contar las desapariciones que no han dado prueba alguna de que se hayan producido por un caso de maltrato. Mi contabilidad me dice que son casi 50, pero las estadísticas hay que cuidarlas. Dentro de poco hay elecciones y los números pueden contar no a favor de los partidos políticos.
Me llegan noticias de todas partes del mundo, pero me centro en España, porque cada vez ocurren más cerca de mí los crímenes contra la mujer, las amenazas, los intentos de suicidio por parte de las víctimas. Pero esto no se cuenta. Nadie habla de la cantidad de órdenes de alejamiento que se solicitan; solamente de las que se conceden. Pues para interés público, les indico que más de la mitad de esas órdenes solicitadas por mujeres temerosas de su vida, no se admiten a trámite. Y ahí queda la víctima, a expensas de su maltratador.
Tampoco entiendo que sigan acusándome algunos abogados de que defiendo la Ley de Violencia de Género por encima del Código Penal. Señores, lo digo una vez más y públicamente: La Ley de Violencia de Género imputa a maltratadores con delitos, donde el Código Penal solamente los castiga con faltas. Y hay una notable diferencia. Si los abogados y los jueces siguen por ahí, mal vamos. Jamás una mujer podrá sentirse segura cuando acuda a un juzgado y compruebe que, dependiendo del libro que el magistrado tenga en sus manos, una paliza será castigada con unos meses o unos años de prisión, o simplemente, una multa.
Benditos abogados. Benditos jueces. Benditos hombres. Nuestro destino en sus manos.
Estamos en época de poner en grandes titulares las ayudas económicas para paliar esta lacra. En letras negras de gran tamaño, podemos comprobar cómo las administraciones se rasgan las vestiduras para potenciar a expertos en el tema. Si son expertos, ¿qué más necesitan? ¿No sería mejor apoyar a las víctimas? Darles un espacio, un hogar, una ayuda, una asistencia. Devolverles la dignidad. Hay que darse cuenta que las mujeres maltratadas no son casos de estadísticas, no son fenómenos extraños, no son piedras que unos partidos se arrojan a otros.
La violencia de género continúa. Es como una telenovela mala donde nunca llega el final.