Cuando los medios de comunicación se vuelcan en hacer caso
omiso al tema del maltrato, algo no funciona nada bien.
Son muchos datos los que hacen que seamos capaces de deducir
que ha sido violencia de género y nosotros mismos llevemos un listado de los
asesinatos cometidos contra mujeres en nuestro país.
Cuando se da la noticia, una breve reseña de algunos
segundos, una mera imagen del lugar de los hechos, o a lo sumo algunos vecinos
consternados; o bien el nombre de pila de la difunta y las iniciales del
presunto agresor, es lo único que nos dejan para dilucidar cuál es el problema.
Poco más.
Normal. En varias comunidades autónomas españolas no existe
ese número, es camuflado por el 012, el 112, etc.
En Argentina, la presentadora Susana Jiménez, preguntó en el
programa que realiza en televisión, a una famosa supuestamente maltratada: “¿Has
hecho algo para que él te pegue?” Por favor, y solo una pequeña parte de la
población se sintió dolida con esa pregunta. El resto ni se inmutó.
En Brasil, por ejemplo, más del 80% de los hombres piensa
que una mujer violada lo es porque ella
se lo ha buscado al ir tan provocativa. El influjo animal diría yo.
Parece que el morbo es lo único que crea audiencia, lectores
y escuchantes de radio. Los reportajes más atrevidos siguen sin ver a la mujer
como una auténtica víctima, mientras al maltratador lo siguen tratando con ese
respeto inmerecido de poner solamente sus iniciales.
Y aún preguntan los miembros del gobierno, las asociaciones, los
supuestamente encargados del tema, si está pasando algo. Claro que pasa,
sencillamente, que no es aún un tema tomado en serio. Mejor actuar como el
avestruz y seguir con estadísticas y estudios que lo único que dejan entrever,
es la inutilidad de un sistema que no ha sido capaz de rebajar siquiera el número
de mujeres que padecen esta lacra