miércoles, 19 de febrero de 2014

MUJERES QUE MUEREN Y OTRAS RIEN

Se estima que más de mil millones de mujeres en el mundo padecen actualmente violencia de género, en sus distintas formas. La sociedad occidental, o mundo desarrollado, no está, ni mucho menos fuera de su órbita de actuación, y así lo demuestran las continuas noticias que sobre el mismo se van sucediendo. Lo que ocurre es que la prensa ni siquiera se toma en serio este hecho.
En España, por ejemplo, a fecha de hoy, 19 de febrero de 2014, hay medios de comunicación escrita que cifran en 4 las víctimas mortales por este hecho en nuestro país, en otro dicen que son 7 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, cuando la realidad es que son 9 víctimas las enterradas por violencia de género. La seriedad, el rigor y la veracidad parece que no se ponen de acuerdo en ser plasmadas cuando de este tema se trata en prensa, radio o televisión.
Sabemos los muertos por reyertas en otros países, los vencidos en batallas civiles en el mismo momento casi de ser cometidos los crímenes, pero somos incapaces de anotar nueve crímenes que deberían replantear lo que está ocurriendo, tanto a políticos como a la sociedad en general.
Son cuestiones intolerables. Igual que una triste anécdota que me sucedió durante la presentación de mi libro ¡Zorra! en un pequeño paraje murciano. Después de mi presentación, hice un turno de palabra para que la gente, mujeres en su mayoría, diesen su opinión sobre el tema del maltrato a la mujer; como siempre hago cuando tengo un acto, pues después de un par de intervenciones, una chica joven, medio riéndose inquirió: "aquí ese problema no existe, (riendo) quizás suceda al revés, que nuestros hombres se quejan de nosotras, pero mujeres maltratadas no hay ninguna".
Me dejó petrificada. Le expliqué que nadie sabe lo que acontece dentro del hogar de cada mujer, que nos sorprendemos cuando nos enteramos de una agresión, puesto que todos tenemos a esa familia afectada, como un ejemplo de ecuanimidad y tolerancia; que una vez ocurrido el hecho es cuando nos echamos las manos a la cabeza intentando comprender qué ha pasado.
En vez de escuchar, las risas siguieron en la sala, se contagiaron,  y se tomaron el tema como un chiste. Hablo de mujeres.¡Por Dios! Incapaces de ver la realidad, de pensar en sus hijas.
Muchos querréis saber qué pasó después, pues nada. Soy una persona educada y no exclamé como me hubiera gustado, pero lo que sí me quedó cierto es que el primer problema está en nosotras mismas, como ya he dicho en varias ocasiones. Mujeres contra mujeres: la eterna batalla.