La Comunidad Autónoma con el índice más alto de asesinatos es Cataluña, que encabeza el listado con 12 mujeres a las que se les ha quitado la vida, seguida de Andalucía con 10 y de la Comunidad Valenciana y Galicia con 6 mujeres muertas en cada una.
Según estos datos, en vista de las veces que he defendido que los problemas de violencia de género son de puertas para adentro, y que la mayoría de las mujeres no se atreven a denunciar por miedo a su agresor, por miedo a su entorno y por miedo a enfrentarse a un proceso judicial duro y largo; me ha gustado el hecho de saber que en unas jornadas llevadas a cabo con mujeres inmigrantes, de raza gitana y españolas, han salido once casos a la luz.
Son mujeres que consideraban que lo que les sucedía no era maltrato, sino una forma de vida a la que había que acostumbrarse; que el marido está para ordenar, mandar y pegar, llegado el caso, porque ellas se lo merecían. No sabían que era violencia de género y ni se habían planteado el hecho de denunciar.
El trabajo debe hacerse en primera línea de fuego, con un vocabulario claro y en un ambiente distendido y con asistencia de pocos técnicos y más mujeres que respondan a un perfil definido.
Luego hablaríamos del maltrato psicológico en otra categoría donde el físico no se produce porque es más difícil de ocultar ante el entorno, pero que requeriría de otro método bastante parecido.
En las páginas de los periódicos y otros medios de comunicación, aparecen muchas reuniones de técnicos que analizan el caso actual de la violencia de género, pero no se transmite la necesidad de que las asociaciones de mujeres, por ejemplo, actúen con sus propias vecinas desde este punto de vista. Todo está bien, pero es mucho más efectivo cuanto más cerca estemos de la persona maltratada.
De hecho, de las asesinadas durante el año 2014, un alto porcentaje pensaba que su riesgo era medio o no apreciado.