Es necesario el apoyo femenino para salir adelante. La mujer es la que sigue llevando el peso de la familia, de la casa, de los hijos... Sobre ella recae la pena, la dureza, la fuerza sin apoyo de la vida en general.
Sin ellas poco se podría hacer, sin nosotras el mundo giraría a la mitad, pero por menos dinero, con menos recompensa y con ínfimas muestras de apoyo por parte de la otra mitad de la moneda, el hombre.
Ser mujer significa muchas cosas. Es el centro de todo, la fuerza necesaria en la retaguardia y en el frente, el impulso en la relación familiar, laboral y social. La mujer sigue llevando un timón que a veces sale de rumbo porque el barco es manejado por ella sola.
Con hijos, sin hijos, con marido, sin él, con trabajo, en el paro... Siempre hay una mujer en medio de cualquier guerra porque la guerra que lleva como mujer es única, desesperanzadora a veces y en silencio muchas más.
Yo soy mujer, conozco esa guerra, esa sensación de desamparo social. Conozco el sentimiento de sentirte sola ante una multitud de hombres, que tu voz solo provoque risas, que no te tengan en cuenta.
Eso es es mujer, aún hoy en demasiados sitios.
Pero lo que he sentido hoy en las calles, fuera de la sensación de unidad de un colectivo abandonado en muchas cuestiones, ha sido algo diferente. Me he parado, he meditado y me he dado cuenta de algunas cosas que no entiendo.
He visto a la extrema izquierda gritando en manifestaciones amparados por una nómina millonaria y un chalet que le espera a su regreso y que cuesta lo que una mujer de a pie jamás llegará a ganar, mientras que es pagado por lo que a ella se le niega.
He visto la derecha de este país con sus cánticos obsoletos volviendo a ignorar a la mujer.
He visto a políticas de esta región, Murcia, que en su día trabajaron sobre la Ley de Violencia de Género y que hoy le han dado la espalda descaradamente saliendo en la foto.
Y todo eso junto ha hecho que me sintiera mal.