Hay que hacer una mención especial a este libro para entender la Rusia actual. Es un recopilatorio de normas escrito en el S. XVI donde se enseña a gobernar la casa, no solo en sentido práctico (limpieza, elegancia) sino también en sentido espiritual. Lo terrenal es reflejo de la humanidad divina, y el sometimiento de la mujer al hombre debe regirse por el principio de que el hombre es el cabeza de familia. En este libro sumamente misógino, también se habla del contagio homosexual y de que todos los hombres deben ser educados de forma machista y totalmente heterosexual.
Muchas fueron las voces que denunciaron su práctica dentro de los progresistas del siglo XIX, pero nada se consiguió, como nada se ha conseguido al querer aprobar una Ley que amparase a la mujer rusa de los malos tratos por parte de sus parejas, en el año 1995, en el 1999, en 2007 o en 2014. Sobre todo debido a que quienes gobiernan están interesados, para conservar su dominio sobre la mujer y la sociedad, en excusar las malas prácticas machistas en su país, bajo el predominio de este libro que se ha convertido en la Biblia del patriarcado ruso.
Pero el problema está ahí, y la mujer rusa ve como las pocas cifras sobre su situación que se publican, indican que ellas ganan el 64% menos al hacer el mismo trabajo que un hombre, que más del 1% aún están sin alfabetizar (casi 150.000 mujeres), y en cuanto a las cifras de violencia de género son extremas: 14.000 mujeres mueren al año en Rusia, según datos de 2008 y 12.000 mujeres según el estudio publicado por RIA Novosti, en años más recientes; es decir, que cada 40 minutos muere una mujer a mano de su pareja y que en un 97% de los casos no denuncian y que entre el 60 y el 70% de los casos no buscan ningún tipo de ayuda.
En 2012 el Comité contra la Tortura de la ONU emitió un informe sobre la Federación Rusa donde mostraba su inquietud ante las informaciones que apuntaban a que los oficiales de las fuerzas de seguridad son reacios a registrar las denuncias por violencia doméstica, y que las mujeres que buscan que se realicen investigaciones criminales en sus denuncias por violencia doméstica, en numerosas ocasiones son obligadas a participar en procesos de reconciliación.
Es muy poco común que el Estado ruso acuse al agresor de un crimen por violencia de género, incluso si la víctima muere.
Una mujer con problemas de este tipo carece de ayuda jurídica. Los abogados son demasiado caros para poder llevar un caso de este tipo ante un juzgado y luego, al no existir legislación, las penas impuestas al maltratador, suelen conllevar unos días en prisión y luego vuelta al hogar conyugal, con lo cual la mujer está predispuesta a tener que soportar un mayor castigo.
Rusia tiene un grave problema con sus dirigentes y va a ser muy difícil salir de él sin el apoyo de la DUMA, cosa que parece imposible a fecha de hoy.