Lamentablemente, el tema del maltrato a la mujer se ha convertido en un escarnio político donde sirve para echar en cara unos a otros lo que hicimos, lo que hacemos, lo que no nos dejáis hacer, lo que quisiéramos hacer...Y así, con la vorágine de la palabra endemoniada, nadie mueve un dedo para trabajar realmente en lo que importa, que es ayudar a las víctimas.
Es una pena que el control sobre este asunto lo lleven directamente equipos de gobierno que aunarán fuerzas para el próximo 25 de noviembre, que saldrán en la foto (tantas veces denunciado desde este blog), que emitirán un titular y que, a lo sumo, continuarán creando puestos de trabajo a técnic@s de su misma ideología política, para que resuelvan el tema, y ésto lo harán emitiendo informes sobre estadísticas, claves y epígrafes que costarán una cantidad ingente de dinero, pero que realmente, no servirán para nada a aquellas mujeres que reciben un bofetón, o directamente, son asesinadas por sus parejas.
Hoy estoy triste. Y no es algo que pueda conmigo normalmente, porque cuando me levanto cada mañana y veo estas noticias, el impulso que recibo es el de ir hacia adelante, el de luchar más, el de intentar derribar el muro que se está formando y ayudar directamente a quien lo necesita. Por eso creamos Ni Ilunga, para que las puertas se abran cuando somos vari@s l@s que llamamos a ellas. Pero a veces la barrera es tan infranqueable que las fuerzas se ralentizan cuando topas con el sistema político.
Hacer algo una vez no da derecho a tener razón. No es motivo de pararse, de vivir de la herencia de aquellos laureles, hay que continuar y acercarse más a quienes sufren el maltrato, hay que averiguar las causas, los modos y saber las formas de actuar, y no dejar de trabajar hasta que nos llegue dinero para hacerlo.
Cuando se habla de un gran pacto social, tan necesario porque es urgente que todo el mundo se ponga de acuerdo en combatir esta lucha, me da miedo que solamente lo hagan los partidos políticos, porque ellos no son el centro de la solución, también está la Iglesia, el poder financiero, el judicial y la gente que realmente lo sufre, que son quienes mejor podían orientar sobre lo que padecen, lo que harían o lo que les gustarían que hiciesen por ellas.
Pero todo tan sencillo como puede llegar a ser, las mismas personas lo complicamos y nos enredemos en un maremágnum de altivas palabras, provocaciones y confrontaciones que lo único que hacen es permitir que un señor de Calatayud coja su coche, se haga tres horas de viaje para pegarle un tiro a su ex mujer.
Las palabras están bien, pero el sistema está hecho un desastre cuando cosas como estas se permiten que sucedan.
Prefiero la palabra de una mujer maltratada, la creo más que la de un técnico en la materia. Y cuando habla un político no digamos. Sé que esto puede acarrear que Ni Ilunga no se financie jamás de forma externa, pero no se creó esta Asociación para reir la gracias a aquellos que piensan que con cuatro duros este tema se arregla y duermen tranquilos.
Estoy triste, pero voy a remontar y a seguir luchando.