Al sur de China, en la región del Lago Lugo, aún existe un
paraíso. La vida ideal, el entorno perfecto y la calma, son tres de las
peculiaridades de una tribu que se llama Mosuo.
En esta tribu es especial en su forma de gobierno, el hecho
de que las mujeres son las que gobiernan y toman las decisiones.
Lo que más llama la atención, es la ausencia de la palabra
“padre” en su vocabulario. Quien determina el camino a seguir por los hijos es
la madre. La propiedad es pasada de la madre a la hija mayor, y los hijos son
tratados como simples habitantes de la casa.
El hombre siempre vivirá en la casa de su madre, incluso
después de tener hijos con una mujer, pues es ella la que se encargará de
mantenerlos y criarlos.
No existe el matrimonio como tal. Una pareja se enamora,
mantienen relaciones sexuales y si ella queda embarazada, el hombre volverá a
su vida en casa de su madre, y será ella la que se preocupe de los hijos que
tenga; bien con este hombre o con los que quiera, porque la mujer es libre.
Los padres de sus hijos son denominados “amigos” y tienen
también la libertad de estar con las mujeres que quiera. No existen los celos
ni la propiedad de los hijos. Por consiguiente, no existe el divorcio, porque
todo está basado en el respeto de las decisiones de la mujer. No hay bienes en
común, ni pensiones que pasar o batallas por la custodia de los hijos.
Tampoco existe la preferencia de que el alumbramiento sea de
un varón o de una hembra, se celebra igual y no existe la discriminación de
ningún tipo.
La mayor desventaja para un niño es que apenas conoce a su
padre. Para él solo existe el concepto madre y es a la que tiene dedicación
exclusiva toda la vida.
Mientras la mujer se dedica a los hijos, el hombre se
encarga de las tareas políticas. Elegidos por las mujeres, un hombre actúa como
portavoz del clan y se encarga de mantener el orden.
El equilibrio de esta comunidad está formado por la labor de
ambos sexos. Según las mujeres, los hombres son responsables en cuanto al valor
del dinero y tienen mayor capacidad de organización en la tribu. Ellos tienen
menor carga de trabajo, puesto que la mayor parte del tiempo la dedican a
reunirse o a realizar tareas que les ha encomendado la matriarca, a la que
deben pedir dinero cuando lo necesitan, o a sus hermanas. Deben encargarse de
la pesca, la agricultura, la caza y la conservación de alimentos para el
invierno. Tareas que aprenden de su tío materno.
El día más importante para un Mosuo, no es el día de su
boda. Su dia principal es cuando cumplen los 13 años y celebran la ceremonia de
la llegada de la edad, donde ya son considerados adultos. Las chicas, desde ese
día, tienen una habitación separada dentro de la casa familiar, y ya pueden
recibir visitas nocturnas y llevar falda.
La ceremonia de la mayoría de edad se celebra colocándose en
el suelo del salón principal, un cerdo seco y un saco de arroz, símbolos de una
buena fortuna para la nueva vida. Colocan el pie izquierdo sobre la bolsa de
arroz y el derecho sobre el cerdo seco. El arroz significa una buena cosecha y
buena vida, mientras que el cerdo representa dinero y prosperidad.
Es en esta ceremonia cuando un Mosuo adquiere el alma, según
ellos. Ahora ya son un ser humano y es en ese día cuando tienen su primera
experiencia sexual.
Al son de una música, las mujeres y los hombres inician una
danza donde es la mujer la que elige, mediante un suave toque con la mano, a
quien será el que duerma con ella esa
primera noche.
El único vínculo que tienen estas parejas, son los hijos. Si
algún hijo muere, la débil unión que existía entre ambos desaparece. Todos
conocen a su madre, pero pocos a su padre.
La noche está para deleitarse con un sexo pasajero,
variable, elegido siempre por la mujer; pero al amanecer, cada uno debe volver
a sus tareas y no se mantienen relaciones mientras el sol esté en lo alto.
Para terminar una relación, una mujer Mosuo, simplemente
tiene que dejar cerrada la ventana por la que entra cada noche su amante, y
éste entiende que la relación ha llegado a su fin, sin pedir mayores
explicaciones.
El problema actual con el que se encuentran estas tribus
actualmente, es con la llegada de los turistas y, sobre todo, de los agentes de
turismo, quienes pretenden vender la zona con viajes sexuales, donde hombres de
todas partes del mundo acuden, pensando que con un simple chasquido de dedos,
la mujer Mosuo se va a tirar a sus brazos. Si a ello unimos la afluencia cada
vez mayor de prostitutas chinas que acuden vestidas como auténticas Mosuo para
fomentar su negocio, estas prácticas están provocando un malestar general en la
cultura de la tribu, quienes no tachan de promiscuas a sus mujeres, sino que
les veneran un profundo respeto, y no entienden que el acto sexual sea valorable
económicamente.
Aquellos jóvenes de esta tribu que han emigrado para conocer
otros mundos, al cabo de unos años han vuelto a su hogar, conmovidos por lo que
han visto fuera. Guerras, violaciones, cárceles, luchas de poder; simplemente
conceptos que no conocían y que los hace retornar a sus raíces donde se sienten
felices.