Millones a distribuir en toda España para personal cualificado y programas de prevención, pero seguimos con cifras elevadas de asesinatos y víctimas que no han visto un euro para salir de esa situación porque la burocracia, el demostrar que eres maltratada y los plazos para imponer las penas, siguen siendo exageradamente largos.
Una mujer que se presenta sin un rasguño en una comisaría, pero con las ojeras que le llegan al suelo, con la voz partida, con la autoestima perdida hace mucho tiempo, tiene un largo camino que recorrer para poder demostrar que un hombre la está maltratando psicológicamente, y eso es muy peligroso porque cuando una mujer pierde su propia dignidad, su interés por vivir, su dedicación a sus propios hijos, está al cabo de la calle de cometer alguna locura. Y ese maltrato no se ve.
Señor político, no podemos seguir apoyando ciertos sectores de la Iglesia que hacen que afloren los odios de unos contra los otros, y menos imponer esas enseñanzas en las aulas.
Tampoco estoy de acuerdo con los programas que se realizan sobre prevención, pues casi todo queda reflejado en datos estadísticos sobre perfiles de maltratador y maltratada que no son ciertos, y así lo ha demostrado el día a día, y sobre los que se emplean cantidades ingentes de dinero para trabajar sobre estudios, mientras las mujeres siguen sufriendo y muriendo casi en nuestros brazos.
Cuando el poder político se de cuenta de que es necesaria la agilidad, la profesionalización real de los que atienden a las víctimas, la llegada de mensajes y facilidades de manera rápida y la separación de religiones e idealismos de lo que es la vida real, quizás entonces podamos empezar a plantearnos que esto tiene solución, pero mientras siga yendo a un ayuntamiento para dar una charla a jóvenes, mujeres y hombres sobre lo que es vivir en propia carne la violencia de género y te respondan con un "quizás, ya veremos o no nos interesa", seguiremos viendo como los presupuestos de ese municipio en materia de ayuda a las mujeres, se van hacia folletos y datos publicados por amigos que deben comer, aunque no sea para eso el dinero de que se dispone.
Y si miramos alrededor, a esas mujeres disfrazadas de monjas que supuestamente debemos respetar porque son otras culturas que las reprimen y les impiden realizarse como personas, yo me sublevo y digo ¡No! Soy mujer y seas de donde seas, creas en lo que creas y hables en la lengua que te enseñaron, estoy segura que no te gustaría que nadie te dijese lo que tienes que hacer, a qué hora y para quien.