No era amiga, ni conocida, pero sí había coincidido varias veces con su asesino a la hora del desayuno. Ella murió a sus manos hace apenas una semana, pero él me atendió tras la barra del restaurante donde trabajaba, más de una vez.
El, un chico de 27 años, con una pareja estable con quien tenía un hijo y que vivían con los padres de ella; ella, una mujer de 36 años, profesora de educación en un colegio cercano y que la maldita casualidad hizo que viviese tabique por medio del joven, y que él se interesara por ella, que la piropeara, que la molestara, que la incitase a mantener una relación. Pero ello nunca quiso, se negó. Él siguió insistiendo hasta el pasado viernes 10, cuando se adentró en la casa de Cristina, que estaba sola, e intentó conseguirla por la fuerza. Lo cierto es que ella volvió a negarse y perdio la batalla al ser degollada por su vecino, falleciendo al poco tiempo. Mientras, él, ayudado por su suegra marchó al hospital a curarse las heridas producidas en el forcejeo, mintiendo al decir que llevaba cortes por un accidente doméstico, y protegido en todo momento por la abuela de su hijo, quien ahora está inculpada por ser cómplice del asesinato.
La madre de Cristina, después de enterrar a su hija, asistió a una concentración en la puerta del ayuntamiento de Torre Pacheco, donde agradeció el apoyo recibido, y pidió una solución al problema del machismo, asunto que le ha arrebatado a su hija en la flor de la vida.
Ahora llora el asesino por los pocos años que pasará en la cárcel. A lo sumo quince le esperan entre rejas; pero cuando salga, con poco más de cincuenta, podrá rehacer su vida y disfrutarla. Algo que Cristina no ha podido hacer porque no pensó que ese vecino que al principio la piropeaba, cogiese un cuchillo y con él arrebatase su vida, la de su madre, la de su familia, y la de los alumnos que lloraban el lunes siguiente en la puerta de su colegio, recordando a su profesora de quien se despidieron el miércoles anterior, en vísperas de un puente que sería el último de su vida que podría disfrutar Cristina.
Ahora, los demás medios, siguen llamándole "presunto" hasta que un juez lo diga. Es un ASESINO y me gustaría que se le marcara la frente a fuego para que cuando salga de prisión, todo el mundo sepa qué hizo.