jueves, 31 de enero de 2013

POLICIA MALTRATADOR


Cuando una mujer es víctima de violencia de género, roza los límites de sentirse un felpudo al que se puede calumniar, pisotear, apartar y relegar a un rincón de lo que supuestamente es un hogar. Incluso después de terminada una relación, cuando crees que has superado el miedo o estas en proceso de iniciar la batalla que lo vencerá, reaparece en tu vida el esperpento del mal y vuelves a caer en el pozo más profundo de la indefensión, dejando tu valía y tu autoestima poco más que de suela de zapato.
            Por eso, cuando una mujer está sufriendo de esta manera, con los cientos de casos que conozco y que, aún a fecha de hoy me sobresaltan algunos por la forma de vida que están llevando víctimas de esta lacra, no puedo por menos que pensar cómo se sentían aquellas mujeres en el País Vasco cuando iban a denunciar y les atendía el agente encargado del tema de la violencia de género en la comisaría del Bilbao.
            La noticia ha salido ahora, pero los hechos se remontan al 2004. Cuatro años después salió el primer indicio a la palestra a través de la denuncia de una valiente que relató a un compañero del acusado lo que le había ocurrido al ir a denunciar su caso ante la policía.
            Acusó al ertzaina de hacerle insinuaciones sexuales mientras ésta relataba los abusos que había sufrido. ¿Alguien puede ser tan cerdo como para hacer preguntas elevadas de tono cuando una mujer está relatando el calvario vivido? A partir de esta denuncia, otra valiente también le acusó de hacerle propuestas directa y explícitamente sexuales, y luego de sumarse otras muchas cuando el caso se destapó, se atrevieron a acusarlo de trato inapropiado.
            El problema es que las víctimas no han querido denunciar formalmente, pero no ha sido necesario, puesto que la cantidad de testimonios vertidos han hecho que se expulsara del cuerpo a este inhumano miembro del cuerpo policial vasco, sobre todo después de haber sido apartado de empleo y sueldo en 2010, pero esta sanción fue anulada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por un “defecto en el procedimiento”.
            Imaginar la escena, lo que sufrieron estas víctimas al relatar su maltrato ante alguien a quien solo le importaba la mujer como objeto, ante otro maltratador que, supuestamente, tenía que ayudarles, animarlas, dar el primer paso de acercamiento a la justicia para que esas mujeres se sintieran con fuerzas para salir adelante, y encontrarse de pronto con una fotocopia de lo que querían dejar atrás. Mucho ha tardado la justicia en dar el paso, pero al final se ha podido conseguir y este innombrable ya no podrá volver jamás a estar detrás de un mostrador de policía, aunque, eso si, pregonad su nombre porque esta persona es un maltratador con todas las letras.

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