lunes, 4 de febrero de 2013

CLARA

Han sido muchos los testimonios que he recogido para escribir el libro ¡Zorra!, pero hay uno entre todos que, quizás por su cercanía, me llamó mucho la atención. Me refiero a esa vecina, esa amiga que tras una simple conversación, descubres que es un claro ejemplo de que está sufriendo un maltrato inconsciente. Por eso incluí su relato dentro de las dieciocho historias que componen el libro. Aquí os dejo el extracto que publiqué para que vosotros mismos juzguéis y os deis cuenta de lo cercano que está el tema entre quienes nos rodean y queremos.


CLARA

Clara es esa amiga de toda la vida con la que tienes una confianza limitada pero puedes contar con ella para lo que quieras. La típica chica que se casó porque llegaba la edad, enamorada, eso sí, pero que tenía el destino claro. Su meta era casarse y tener hijos. No por una convicción religiosa, que dudo la tuviese, pero sí por poner en práctica lo que en su casa le habían inculcado y, ante todo, buscando su propia comodidad.

Quedé con ella un sábado por la mañana cerca de nuestras respectivas casas,  para hablarle de este proyecto y no me costó nada convencerla de que me hablase de su punto de vista al respecto. Tan sólo quería una opinión amable de tertulia de café. Sin embargo, lo que no me esperaba fue lo que ocurrió. Es una de esas cuestiones que se recogen porque la grabadora está encendida, y lo que pudo quedar en una anécdota sin importancia, me pareció que podría ser digno de reseñar. Todo comenzó con sus palabras.


He leído un libro sobre los talibanes que me ha impresionado mucho. Fíjate como tratan a las mujeres, se piensan que son sus esclavas, que no tienen sentimientos. ¡Ostras, si hasta los perros tienen más corazón que ellos! Decía el libro que una mujer puede ser asesinada porque el aire levante su burka y deje ver unos centímetros de sus pies ¡Qué disparate! Por enseñar un tobillo te pueden quitar de este mundo. Eso es  intolerable. También leí que si sale sola a la calle puede ser apedreada hasta la muerte después de que la hayan violado. Así tan fácil. No pueden estudiar, no pueden conducir, no pueden hablar en público…Creo que lo peor de este mundo no es nacer ciega, ni coja; lo peor es nacer en el seno de los talibanes. Parece mentira que vivamos en el mismo mundo y en el mismo siglo. Estas cosas me irritan, me sacan de mis casillas y hasta me hacen llorar, y por eso, cada vez que veo una manifestación contra esas barbaridades, me apunto y si alguna ONG solicita ayuda siempre doy algo. ¿Qué más puedo hacer? Me da pena y rabia y me siento muy impotente al no poder hacer nada más, no tengo poder para cambiar las costumbres pero creo que esto no puede seguir así. Pobres mujeres. ¿Y es qué nadie puede hacer nada?
(Mientras hablábamos, le sonó el móvil y la grabadora recogió  algunas de las respuestas de Clara a la extraña conversación que mantuvo con su marido)
….
-¡Hola, cariño! Si ya iba para casa, es que había mucha gente en el supermercado y … no, no me he entretenido hablando con nadie, (me guiñó un ojo), te repito que todo el mundo estaba hoy en la calle....Sí, sí, enseguida estoy allí....Claro, claro que te compré tabaco....solo un paquete, no me quedaba más dinero...¡tranquilo, que ya lo he previsto, sí…! Tú hoy fumas y mañana también, pero hijo con el poco dinero que me dejaste no podía hacer más...Por favor, cálmate, sé que me das lo que debo gastarme y te juro que no me he comprado ningún capricho....¿Para comer?....No sé, ¿qué te apetece?...Claro, claro, paella, como a ti te gusta,....Sí fui al supermercado y...¿qué?...te digo que no me queda dinero...te compré el tabaco y....¡No grites, por favor! Sí, claro que he venido paseando ¿Qué? A las dos y cuarto tienes la paella preparada...Un beso, mi vida, adiós
Yo creo que para un poco de verdura me quedará. Bueno daré la vuelta y lo haré rápido, no quiero que mi marido se enfade ¡Voy a ir cargadísima pero le haré la comida que más le gusta!...Es un encanto de hombre....

Me quedé paralizada. Tanto fue así que me lo debió notar en la cara, pero ni ella dijo nada ni a mí se me ocurrió mencionar lo más mínimo sobre lo que acababa de escuchar, fuimos políticamente correctas. Sólo la miré y ella, como si no hubiera pasado nada, retomó el hilo de la narración anterior a la llamada telefónica.
Pobres mujeres las de Afganistán, qué barbaridad...qué trato más denigrante...Menos mal que tanto tú como yo vivimos en un mundo totalmente diferente. Imagínate que te traten así…¡Por Dios!
Si quieres te dejo el libro y lo lees, sacarás mucho para tu tema.
¿Oye, tú crees que se puede tener en acogimiento a alguna mujer talibana?

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