lunes, 18 de febrero de 2013

ORDENES DE ALEJAMIENTO


Hoy es otro día donde me pregunto para qué valen las órdenes de alejamiento. Un juez, después de valorar la situación a la que es sometida una mujer la impone, pero esto no vale para mucho. Algunos sí que la respetan, pero el verdadero asesino, ese que tiene un rostro impertérrito, al que nadie acusaría de maltratar a una mujer, desoye lo que se le dicta. Sencillamente porque es incapaz de respetar a una persona, menos aún de acatar una sentencia. Su meta está clara: su pareja o ex pareja le pertenece y no tiene derecho a vivir. Y la justicia se puede poner como quiera, pueden detenerle que saldrá, pueden hincharle a demandas, que las sorteará, pueden amedrentarle con pena de prisión, que antes de que eso ocurra, él cogerá un arma y terminará con la vida de quien le pertenece.
El poder humano está muy por debajo de sus deseos.
Entonces, ¿por qué no se actúa de otra manera? Siempre lo he dicho: al maltratador, cuando cruce la frontera del país, le dejaría hablar. Antes no. El imponer una orden de alejamiento que alcanza unos cientos de metros, no impide que se acerque, tampoco que posea un arma y dispare desde la lejanía. Extraditado y sin pasaporte para que no pueda volver. Sinceramente pienso que sería una solución que podría dar resultado, que evitaría muertes como la de este fin de semana donde el maltratador, reincidente en pasarse por el arco del triunfo la orden de alejamiento, ha disparado seis veces a su ex pareja en plena calle.
Espero que esta mujer salga adelante, que su estado crítico dé un vuelco hacia mejor y se enfrente a la justicia con la cabeza alta pidiendo explicaciones.

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