miércoles, 7 de agosto de 2013

¿DÓNDE ESTÁN LOS RESPONSABLES?

Una mujer maltratada es un abuso a todos nosotros. Sobre todo, a aquellos que pensamos que la brutalidad contra una persona, es un hecho totalmente abominable, condenable y que nos hace retroceder como civilización.
Cada golpe, cada insulto, cada degradación a una mujer, supone un dolor agudo en el resto de las mujeres, de los hombres y de aquellas asociaciones que luchan contra el maltrato y el femicidio.
Parece que los únicos que no se enteran de lo que supone que las estadísticas aumenten, son los legisladores. A estos lo único que les importa son las listas oficiales, pero los hechos nos demuestran que estas no disminuyen.
Cuando una mujer muere a manos de su ex pareja, como el último caso en Extremadura, el agujero que se produce en la familia de la víctima, en la del asesino, en los hijos en común, en la comunidad que les albergaba, en general, es demasiado hondo y jamás aparece en los listados de lo que supone un maltrato.
No se puede pretender que una simple orden de alejamiento haga retraer a un asesino de sus intenciones. Por muchas leyes que existan, siempre hay delincuentes, pederastas, asesinos... Lo único que se puede hacer es endurecer esas normas y aplicarlas en su totalidad. No entiendo el buen comportamiento de un maltratador en la cárcel, puesto que allí no tiene a su presa. Esta se encuentra fuera de los muros de la prisión y es el objetivo último y único de quien pretendió matarla.
En el caso referido de Extremadura, todos nos preguntamos cómo es posible que un hombre con una orden de alejamiento ya vulnerada, entrase en la vivienda de su ex mujer y la asesinara sin piedad. ¿Dónde está la seguridad de la víctima? ¿Dónde los encargados de protegerla? ¿A quién se le ocurrió dejarle en libertad después de la denuncia? Son muchas preguntas pero ninguna respuesta que conforme a la sociedad que reclama, urgentemente, una solución para aquellos que levantan la mano contra una mujer, o la devalúan como persona, o la amenazan, o la insultan, o la controlan.
Nadie es responsable. Siempre hay un nombre en una resolución judicial, uno en el que tramita la denuncia, en quien estampa la validez de la ley, pero esas personas jamás salen culpadas de nada.
Esto es una cadena donde todos los eslabones están abiertos y se rompe.
Cuando una mujer muere asesinada por un hombre, solamente engrosa una estadística. Pocos se preocupan en informar sobre su nombre, nadie da sus apellidos, nadie habla de sus hijos, de sus hermanos, de sus padres....Nos hacen pensar que es alguien que no tuvo vida y que pudo haberla disfrutado. Quieren que pensemos que es una desgracia lo ocurrido, sin culpables, sin nadie que diga: "hasta aquí".
Soluciones hay. Solamente falta querer aplicarlas y con carácter de urgencia, sino vamos a estar aumentando listas de mujeres víctimas de violencia de género, como si se tratara de mala hierba que crece en nuestro jardín.

martes, 2 de julio de 2013

ROPA ANTIVIOLACION

Son impresionantes las cifras que se siguen manejando cada día en lo que respecta a mujeres maltratadas. A pesar de que las cifras en algunas zonas tiendan a la baja, es cierto que en su conjunto, éstas llenan noticias diarias sobre asesinatos, violaciones y vejaciones, que nos siguen dejando atónitos. Y no son ni ridículas, ni mucho menos han bajado en número.

Aún existen retrógrados que piensan, como aquel alcalde italiano que prohibió la minifalda en su municipio, para evitar las violaciones de las mujeres, que creen en la culpabilidad de la mujer en lo que respecta a recibir golpes, insultos e incluso la muerte.

He leido la noticia de como tres estudiantes de Chennai un estado al sur de la India, han presentado hace unas semanas el primer prototipo de lencería "antiviolación". Se trata de un conjunto de prendas que da patadas eléctricas de 3800 watios mientras envia a la familia y a la policia un msm con la ubicación de la víctima.

Y es que en este rincón del mundo están tan cansados de las miles de violaciones diarias, que ante la impotencia de las mujeres, éstas buscan otras salidas para poder andar por la calle y sentirse un poco más seguras.

Pero no solamente en India se enfrentan a este problema. En 2005 unas chicas suecas ya habían intentado reciclar el viejo cinturón de castidad, incluyéndole un complejo cierre en zig zag para impedir que se abra. Pero fue un fracaso, porque los hombres se lo tomaron como un juego y aumentaron los casos de acoso sexual en esta país, tan presuntamente desarrollado.

Lo que es cierto, es que cuando las mujeres se sienten tan indefensas como ahora, queriendo hacer una vida normal sin sentir la mirada lasciva de muchos violadores, piensan en maneras de vestir completamente fuera de lugar para evitar los ataques que sufren.



miércoles, 26 de junio de 2013

A MIS VALIENTES ANONIMOS

Cada vez que sale el sol, una mujer lucha por sobrevivir hasta que caiga la tarde. Pero una no en el mundo, sino en nuestro entorno. Miles, millones de mujeres que sufren y que paralizan dos segundos la vista de alguien que lee una noticia relacionada con ellas cuando abandonan este mundo.
Hoy me encuentro en la prensa con tres muertes, dos madres y una niña. Los asesinos, en uno de los casos han recurrido a la ayuda de más personas para hacerlo porque hasta la cobardía tiene secuaces.
Hoy, cuando me disponía a hablar de otras cosas tan importantes en esta lucha, se me paraliza el alma al leer como un hombre puso una manta sobre la cabeza de la mujer antes de matarla, para no ver su cara de horror. Malnacido.
Pero voy a seguir con mi empeño de escribir sobre algo que tenía en mente, agradecer a esas silenciosas personas que abren la puerta cada día para ayudar a cambio de nada.
Mientras las administraciones públicas publican en sus respectivos diarios oficiales, convocatorias de miles de euros para ayudar a la lucha contra el maltrato a la mujer, cientos de voluntarios se levantan cada día y salen de sus casas, con el firme propósito de dar un abrazo a una mujer, de apaciguar una pelea, de buscar trabajo a esas féminas desesperadas que no tienen medio de autofinanciar su vida.
La marea social que se mueve en silencio en inmensa. Ellos no necesitan ayudas ni megafonía ni foto, para ayudar y hacer una labor que, si yo fuera político, me avergonzaría. Sí, porque esa gente anónima que destina su tiempo a ayudar a las mujeres maltratadas, como a otros colectivos; y que lo hacen sin más ayuda que la de sentirse bien, ni más recompensa que ser útil, deberían tener un reconocimiento especial, pero claro, no son asociaciones, no son empresas, no son políticos, y así nunca tendrán ayuda de más allá que de su propio bolsillo y de su tiempo. Jamás recibirán el premio que otorga un país o una organización internacional; pero ellos saben que su tesoro será ese beso de agradecimiento de alguien a quien han ayudado a salir de ese agujero negro. Es un premio que no tiene precio, porque aún el ser humano sigue siendo bueno.
Dejemos, pues, que las administraciones hagan como aquel rico que por repartir entre los pobres lo que se le cae del bolsillo, piensan que tienen el cielo ganado.
Yo desde aquí, quiero enviar un abrazo muy fuerte a todos aquellos que no teniendo ni carrera universitaria, ni ánimo de lucro, están en el sitio adecuado a la hora justa, que es siempre que se les necesita, y así enseñan a muchos profesionales lo que es salvar una vida.
Me alegro de conocer gente así, pues ellos me hacen ver las cosas importantes, y no precisamente el reconocimiento y el aplauso. Ellos son mis valientes. Seguid así, porque sino fuera por vosotros, muchas mujeres morirían y muchos golpes serían dados, más de los debidos.

miércoles, 19 de junio de 2013

¡MORIRAS IGUAL QUE ME MATASTE!

Tan antiguo como el mismo universo es el "ojo por ojo", y países de todo el mundo lo siguen practicando cuando una agresión es sufrida por algunos de los miembros de una comunidad, de una familia.
Deleznable forma de aparcar la justicia que debe implantarse ante un hecho como el que me hace relatar lo ocurrido en Colquechaca (Bolivia) hace solo unos días.
La historia de Leonarda Arias es la de una mujer que decide marcharse desde su país a Argentina a probar suerte y ascender en su vida de campesina, y que debe volver porque no ha podido realizar su sueño. A pesar de su frustración, decide no desistir y se inscribe en La Paz para realizar el bachillerato y una vez terminado éste, aún teniendo ya 37 años, no decae en su empeño y comienza a estudiar Derecho para ser abogada, la primera de la familia, y la primera mujer de su entorno que terminaría con una licenciatura.
Ante la enfermedad de su padre, debe aparcar momentáneamente sus estudios y dedicarse al campo y a los animales. En ese entorno percibe la hostilidad de la familia Ramos, cuyos miembros deciden ocupar las tierras de la familia Arias para que pasten sus reses. Hecho que culmina con el enfrentamiento entre las dos familias.
En una ocasión, Leonarda es agredida por la hija mayor y dos de los hermanos más pequeños de la familia Ramos, quienes le hacen comer tierra, después de golpearla salvajemente. Leonarda denuncia el hecho y debe permanecer un tiempo en cama hasta que su estómago se recupera.
El pasado día 2 de junio, Leonarda debe cruzar las tierras para dirigirse al pueblo más cercano, cuando se cruza con otro Ramos, concretamente con Santos, de apenas 17 años de edad, quien la increpa, la golpea, la viola y decide emular a su hermana, haciéndole comer tierra. Pero Leonarda no puede soportar tanto sufrimiento y muere.
Sus familiares denuncian su desaparición a las autoridades locales, pero emprenden una búsqueda que no cesa hasta que localizan el cuerpo sin vida de Leonarda Arias, semienterrado, lejos del camino donde sucedió el caso. Ni cortos ni perezosos, avisan del hallazgo y se lanzan a la búsqueda del agresor.  Tras el hecho, la policía localiza al padre de Santos y a éste y, a base de golpes, consiguen que el muchacho relate lo sucedido, liberando a su padre y reteniendo al chaval en las instancias policiales. Pero la rabia de los familiares de Leonarda es superior a cualquier orden, y consiguen desencarcelar al muchacho a quien se llevan atado ante el ataúd de la chica y lo mantienen allí durante todo el velatorio.
Llegado el entierro, Santos Ramos debe seguir el cortejo fúnebre, temiendo un desenlace que escucha a un familiar comunicar al padre de la chica muerta: "será boca abajo".
Leonarda Arias es enterrada y antes de echar tierra sobre el féretro, en un cementerio tomado por cientos de familiares y vecinos medio ebrios, para evitar la entrada de la policía, empujan al muchacho que suplica el indulto a la vez que pide perdón, y le colocan sobre el ataúd de Leonarda. Boca abajo, de espaldas al padre Sol y para que lo último que vea sea a su víctima.
La tierra cae sobre su cuerpo en movimiento y los gritos son amortiguados por una mordaza que le impide tragar la tierra que algunos familiares solicitan. Pero el cuerpo queda inmóvil en poco tiempo y se continúa con el enterramiento.
A fecha de hoy, la familia de Santos Ramos intentan desenterrar el cuerpo de su hijo para darle cristiana sepultura según los cánones establecidos, puesto que después de la ceremonia, el adolescente fue sacado de la tumba común y enterrado en un apartado del camposanto.
Las autoridades saben que la familia de Leonarda abandonará el poblado y que lo ocurrido no es más que un síntoma más de la incivilización de las costumbres adquiridas por los habitantes ancestrales de la zona.
En Bolivia habían descendido el número de casos de linchamiento, que en 2007 se cifró en 57; pero actualmente se está volviendo a este tipo de violencia, sencillamente porque uno debe de pagar lo que hizo por el "ojo por ojo", dejando a la justicia para "otras cuestiones".

lunes, 17 de junio de 2013

EL ALCOHOL NO PEGA, EL HOMBRE SI

Cuando una mujer es agredida en cualquier parte del mundo, un retroceso en nuestro avance social se está produciendo. Y eso ocurre muchas veces en un minuto. Imaginemos lo que puede llegar a significar que un hombre transforme todo su odio, su impotencia, su incultura y su rabia en un solo golpe. Un hombre que, muchas veces está amparado por la bebida, por las drogas en general, y que algunos países excusas y justifican como atenuante, incluso, acusando a la propia mujer de haberle provocado.
Y todo vuelve atrás, todo se retrotrae al momento en que el hombre vuelve a ser animal, peor incluso que éstos, y una mujer llora de dolor físico, de impotencia y de agravio moral. Muchas de estas mujeres me han preguntado: ¿por qué yo, por qué a mí?.
La que realmente avanza en este aspecto es la mujer. Ella sabe que sus sueños se han desmoronado con un solo golpe, pero también saca fuerzas para salir adelante y, mientras busca respuestas que no va a encontrar, intenta sobrevivir y alejarse de su agresor mientras tiene que hacer una tarea de las que tiene encomendadas por el simple hecho de ser mujer: actuar.
Una mujer tiene que actuar para no ser agredida. Y un hombre vuelve a beber y con ello se escuda en el alcohol para hacerse notar el macho de la manada, pensando que el someter a una mujer a su voluntad, es un premio y un reconocimiento social.
"La culpa es de la bebida". Cuántas veces habré yo oído esa frase. Hasta las propias mujeres buscan un responsable fuera de quien realmente lo es. Y no me canso de repetirles que la bebida no es el problema, el problema es el hombre, porque jamás pierde la conciencia, sino que esconde la vergüenza que el hecho en sí pudiera reportarle (cosa que realmente dudo) y borracho agrede hasta la muerte en alguna ocasión, a quien un día prometió amor eterno.
No nos engañemos, el atenuante de la bebida no lo es, como no existe nada que pueda minimizar la pena a la que un agresor debe ser sometido.

miércoles, 12 de junio de 2013

SANDRA KURDAS, LA CENICIENTA QUE VIVE EN UNA CALABAZA

República Dominicana, a fecha de hoy son cincuenta y siete las mujeres asesinadas por violencia de género. Ello significa que hay cientos, miles, cientos de miles, que viven diariamente bajo el amparo de la violencia en el hogar y en el entorno. Aferrándonos a las estadísticas, que el pico de la estadística de muerte refleje esta cantidad de féminas que han sucumbido al más espeluznante de los horrores, denota que los números asustan, que son mucho más que alarmantes.

Siempre hay casos que destacan por encima de otros, porque hacen que remuevan algunos cimientos. Eso ocurre en todos los países en los que está permitido hablar de esta lacra. En Argentina Wendy, en España Sandro Paloy en República Dominicana ha sido Sandra Kurdas. Son simples ejemplos del terror, de la actitud sádica de sus maltratadores, una veces por odio, otras por rencor, otras por diversión..., el caso es hacer daño, violar, matar y así sentenciar a muerte a través de las manos del hombre.

Sandra Kurdas era la esposa de Frank Jorge Elías (presidente de Supercanal y exministro de Turismo). Mucho poder, mucho dinero y mucho control sobre los medios de comunicación que han intentado, aún después de publicar la noticias de las denuncias, retiradas después; acallar un tema que se ha sabido gracias a las redes sociales.

Sandra, de princesa de cuento, de modelo y objetivo de la prensa del corazón en su país, era la envidia de muchas mujeres, hasta que un día se desnudó y decidio denunciar los maltratos a los que estaba siendo sometida. Tras la denuncia, y por el poder de su marido en la sociedad dominicana, se dió cuenta que necesitaba elevar aún más la voz.

Emitió un grito a través de su twitter y decidió ir reflejando con sus anotaciones y las fotografías que colgaba en él, las secuelas de los golpes que le profería su marido.

Ante la evidencia, miles de personas comenzaron a seguir sus comentarios y se unieron en un clamor unánime reclamando justicia y el fin de la violencia de género. Sandra tuvo que huir, se refugió en Estados Unidos hasta hace poco más de un mes, cuando la justicia dominicana le garantizó una protección que el jueves pasado fue retirada sin mediar anuncio alguno.

Jorge Elías, su mario, fue favorecido con libertad tras ser enviado a prisión por tres meses como medida de coerción luego de que Kurdas se querellera en su contra. La multa a favor del Tesoro Publico Dominicano ascendió a dos millones de dólares.

Ahora, mientras se tramita el divorcio de la pareja, Sandra Kurdas se siente desprotegida y ha decidido no volver a su refugio en Florida porque en su pais están sus hijos y sus nietos; y desde allí se ha empeñado en luchar contra la violencia de género, cosa que de momento está resultando bastante positiva para que muchas mujeres la tomen como modelo y, sobre todo, se den cuenta que no tienen nada que ver las clases sociales para ser víctimas de un sádico.

NOTA: las fotos corresponden a Sandra Kurdas y su marido, Jorge Elias

martes, 4 de junio de 2013

EL DOLOR NO SE PUEDE ESCONDER


     Llevo mucho tiempo tratando con mujeres maltratadas, con personas que han visto como su estima y su dignidad han quedado rezagadas en un cajón, en cualquier rincón de no saben cuándo. He visto muchas lágrimas al recordar viejas historias, cada una con su dolor aún no superado. Pero hoy me he encontrado con un maltratador cara a cara. Una historia reciente. Un maltrato de hace unas horas donde las amenazas aún están en el aire, donde un juzgado ha sobreseído un claro caso de maltrato porque se han equivocado al copiar el número de teléfono que ha dado la víctima. Y no digo supuesta víctima, sino víctima. Lo he visto en sus ojos.
Hoy no he vivido en el recuerdo que te relatan, sino en el presente de lo que está viviendo esta chica. Me he visto yo misma hace ya muchos años, y sé lo que pasa por su cabeza y por su corazón.  Me hablaba de pena y de vergüenza, de querer paralizar el tema judicial porque lo único que pretende es que se separen de forma civilizada y no ocurra nada más. He visto el miedo a las represalias.
Se la veía fuerte en sus convicciones, pero dolida, muy dolida por lo que estaba viviendo. No quiere seguir con él, pero sabe que no la va a dejar en paz si ella no actúa. Al menos era lo que yo trataba de inculcarle. Nada de quedarse con los brazos cruzados. Sino es por ti, hazlo por la siguiente, le decía yo. Y cuando le he visto la cara a él, que como buen cobarde iba acompañado de su madre para hablar con ella, y he notado ese nerviosismo, ese dolor en los ojos de ella, me he ratificado en que no deje nada a merced de un juez que al menor descuido archiva un caso de maltrato.
Sus testigos: la propia policía. Ignorada. Sus pruebas: puerta rota, coche abollado. Ignoradas. Simplemente por no haber localizado a la denunciante, todo eso se ha archivado en cuestión de media hora. ¿Eso es normal?
¿Qué pasa si esta noche, mientras ella duerme, o intenta hacerlo, sola en su casa, este malnacido se presenta en su casa y termina con ella? ¿A quién se le van a pedir entonces responsabilidades?
No es la primera vez que me encuentro con casos de maltrato en los que, tanto los psicólogos de ciertos CAVIS (Centro de Ayuda a Mujeres Victimas de Violencia de Género), policía o instancias judiciales,  se cruzan de brazos porque no hay sangre, ni muerte.
El maltrato, el sufrimiento de las mujeres amenazadas se ve en los ojos de las víctimas. Y quien lo ha vivido, lo sabe y lo detecta en seguida.
"Sé fuerte", le decía yo; "llámame o ven a casa hasta que esto pase". Y mientras escribo esta nota, ella lo esta pasando terriblemente mal y terriblemente sola.