lunes, 17 de junio de 2013

EL ALCOHOL NO PEGA, EL HOMBRE SI

Cuando una mujer es agredida en cualquier parte del mundo, un retroceso en nuestro avance social se está produciendo. Y eso ocurre muchas veces en un minuto. Imaginemos lo que puede llegar a significar que un hombre transforme todo su odio, su impotencia, su incultura y su rabia en un solo golpe. Un hombre que, muchas veces está amparado por la bebida, por las drogas en general, y que algunos países excusas y justifican como atenuante, incluso, acusando a la propia mujer de haberle provocado.
Y todo vuelve atrás, todo se retrotrae al momento en que el hombre vuelve a ser animal, peor incluso que éstos, y una mujer llora de dolor físico, de impotencia y de agravio moral. Muchas de estas mujeres me han preguntado: ¿por qué yo, por qué a mí?.
La que realmente avanza en este aspecto es la mujer. Ella sabe que sus sueños se han desmoronado con un solo golpe, pero también saca fuerzas para salir adelante y, mientras busca respuestas que no va a encontrar, intenta sobrevivir y alejarse de su agresor mientras tiene que hacer una tarea de las que tiene encomendadas por el simple hecho de ser mujer: actuar.
Una mujer tiene que actuar para no ser agredida. Y un hombre vuelve a beber y con ello se escuda en el alcohol para hacerse notar el macho de la manada, pensando que el someter a una mujer a su voluntad, es un premio y un reconocimiento social.
"La culpa es de la bebida". Cuántas veces habré yo oído esa frase. Hasta las propias mujeres buscan un responsable fuera de quien realmente lo es. Y no me canso de repetirles que la bebida no es el problema, el problema es el hombre, porque jamás pierde la conciencia, sino que esconde la vergüenza que el hecho en sí pudiera reportarle (cosa que realmente dudo) y borracho agrede hasta la muerte en alguna ocasión, a quien un día prometió amor eterno.
No nos engañemos, el atenuante de la bebida no lo es, como no existe nada que pueda minimizar la pena a la que un agresor debe ser sometido.

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