miércoles, 26 de junio de 2013

A MIS VALIENTES ANONIMOS

Cada vez que sale el sol, una mujer lucha por sobrevivir hasta que caiga la tarde. Pero una no en el mundo, sino en nuestro entorno. Miles, millones de mujeres que sufren y que paralizan dos segundos la vista de alguien que lee una noticia relacionada con ellas cuando abandonan este mundo.
Hoy me encuentro en la prensa con tres muertes, dos madres y una niña. Los asesinos, en uno de los casos han recurrido a la ayuda de más personas para hacerlo porque hasta la cobardía tiene secuaces.
Hoy, cuando me disponía a hablar de otras cosas tan importantes en esta lucha, se me paraliza el alma al leer como un hombre puso una manta sobre la cabeza de la mujer antes de matarla, para no ver su cara de horror. Malnacido.
Pero voy a seguir con mi empeño de escribir sobre algo que tenía en mente, agradecer a esas silenciosas personas que abren la puerta cada día para ayudar a cambio de nada.
Mientras las administraciones públicas publican en sus respectivos diarios oficiales, convocatorias de miles de euros para ayudar a la lucha contra el maltrato a la mujer, cientos de voluntarios se levantan cada día y salen de sus casas, con el firme propósito de dar un abrazo a una mujer, de apaciguar una pelea, de buscar trabajo a esas féminas desesperadas que no tienen medio de autofinanciar su vida.
La marea social que se mueve en silencio en inmensa. Ellos no necesitan ayudas ni megafonía ni foto, para ayudar y hacer una labor que, si yo fuera político, me avergonzaría. Sí, porque esa gente anónima que destina su tiempo a ayudar a las mujeres maltratadas, como a otros colectivos; y que lo hacen sin más ayuda que la de sentirse bien, ni más recompensa que ser útil, deberían tener un reconocimiento especial, pero claro, no son asociaciones, no son empresas, no son políticos, y así nunca tendrán ayuda de más allá que de su propio bolsillo y de su tiempo. Jamás recibirán el premio que otorga un país o una organización internacional; pero ellos saben que su tesoro será ese beso de agradecimiento de alguien a quien han ayudado a salir de ese agujero negro. Es un premio que no tiene precio, porque aún el ser humano sigue siendo bueno.
Dejemos, pues, que las administraciones hagan como aquel rico que por repartir entre los pobres lo que se le cae del bolsillo, piensan que tienen el cielo ganado.
Yo desde aquí, quiero enviar un abrazo muy fuerte a todos aquellos que no teniendo ni carrera universitaria, ni ánimo de lucro, están en el sitio adecuado a la hora justa, que es siempre que se les necesita, y así enseñan a muchos profesionales lo que es salvar una vida.
Me alegro de conocer gente así, pues ellos me hacen ver las cosas importantes, y no precisamente el reconocimiento y el aplauso. Ellos son mis valientes. Seguid así, porque sino fuera por vosotros, muchas mujeres morirían y muchos golpes serían dados, más de los debidos.

2 comentarios:

  1. Lo que realmente se siente , es satisfaccion e indignacion, la indignacion por la dejadez del gobierno y la insidia de los verdaderos responsables de la seguridad de ellas, satisfaccion al ver una somrisa en sus caras cuamdo se desajogan hablando y reciben el abrazo que todas necesitamos, ellas y nosotros

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  2. Chesca, tu ejemplo me sirvió de inspiración para escribir este articulo. Valiente!

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