Es el dolor de la esclavitud al sistema, el no poder defender realmente el acoso, la humillación, los malos tratos, las vejaciones, los golpes, etc. que sufren a diario millones de mujeres en todo el mundo.
Cuando una mujer grita, llora una sociedad angustiada porque no se resuelven los problemas que pueden llegarles al resto de congéneres; cuando una mujer pide auxilio no lo hace por sí sola, también lo pide para salvar la vida a muchas otras que callan por las circunstancias; cuando un energúmeno mata a una mujer, está recortando la vida a muchas otras, a tí y a mí.
Salir a la calle y gritar, pintarse la cara, hacer una pancarta, organizar su propio tiempo para disponerlo en favor de una sociedad que debe movilizarse si quiere ser escuchada, es algo totalmente respetuoso.
Hay tiempo, hay ganas, hay salida, hay voluntad... pero ¿todo queda en el reducido grupo de personas que acuden a una manifestación o va más allá?
Me viene a la mente la famosa foto de familia que much@s politic@s se hacen cuando se les reclama un minuto de silencio por una víctima mortal en este asunto; pero ¿acaso no hay mujeres y hombres que también se ponen en esa foto para intentar un minuto de fama que no vas más allá en su lucha contra el feminicidio que se produce?
Acudir a la calle para pedir respeto, ayuda y dignidad debe ser un acto auténtico, de los que salen del interior de cada un@ de nosotr@s, porque la vida es el regalo más bello que tenemos y cuando nos lo arrebatan o intentan hacerlo, tenemos el derecho a escribir en un cartón lo que pedimos y no nos hartamos de hacerlo: VIVIR EN PAZ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario