Cuando las mujeres comenzaron a luchar por sus derechos, a
perder en muchas ocasiones la vida para intentar conseguir los privilegios
equivalentes a los hombres, una nueva época empezó a forjarse. Años, siglos de
lucha aún no terminada, están procurando poco a poco, que las mujeres y los
hombres fuesen catalogados como personas iguales. La no distinción de sexos es
la meta que se pretende perseguir. Y para eso, aún queda mucho.
Cuando hablo en foros diversos sobre violencia de género, lo
hago referenciando un gran avance en la igualdad de las personas, el hecho de
que una persona maltratada tenga una Ley que la ampare, la protega y así la
equipare con los derechos de los hombres, haciendo incluso estos más rápidos de
ejecutar, gracias a la aplicación de la misma, y lo hago siempre aplaudiendo
estos avances para conseguir ser una sociedad más equilibrada, más justa.
No quiero que esta sociedad distinga entre machismo y
feminismo. Los extremos son complicados de entender, de defender y de ejecutar.
Si estos dos senderos se antagonizan, crearemos un grave conflicto. Sé que la
lucha de las mujeres por ser equiparadas a los hombres ha sido lenta, compleja
e inacabada, que las mujeres siguen luchando por salarios iguales, por derechos
sociales, por temas que antes parecían irrelevantes, pero que han alcanzado un
gran protagonismo, como la educación de los hijos, los colores que dividían
desde el nacimiento comportamientos diferentes, etc. Ahí se sigue luchando y
muy activamente por parte de algunos colectivos con los que me congratulo.
Pero, el hecho de haber sido marginadas durante siglos y siglos, no me convence
para que ahora tenga que inventarse una palabra que describa el odio que la
mujer pueda sentir hacia el sexo masculino.
La igualdad no es resaltar unos sobre otros, y por ello me
postulo a favor de cambiar una Ley contra la Violencia de Género que
me hace enfrentarme a colectivos de feministas y de homosexuales en todos sus
ámbitos, que me hacen ver un odio incomprensible por estos mismos.
Siempre he defendido a personas que aman a personas,
independientemente de su sexo. El amor es un nexo de unión entre dos seres y
eso es lo más bonito que puede haber. Ahora bien, el hecho de que un heterosexual
y un homosexual maltrate a su pareja, para mí, no está separado del hecho de
que existe un maltrato.
Sé que muchos me tildarán de anacrónica, de ir contra las
mujeres maltratadas, pero nada más lejos de la realidad.
El acto de maltratar es genérico en su contexto. Me da igual
lo haga quien lo haga, si tiene pene o vagina, eso es indiferente. La violencia
de género o de intragénero debería estar unidad en su lucha, porque al fin y al
cabo, se refiere a la prepotencia que ejerce una persona sobre otra.
La razón que me han puesto para no estar de acuerdo en este
planteamiento, ha sido el hecho de que el Código Penal español recoge los
delitos por estos conceptos en su articulado. De acuerdo que los recoge, pero
entonces, si queremos ser iguales, ¿por qué una Ley solo para mujeres? –Por los
siglos de machismo que llevamos a nuestras espaldas?. Si esto es así, empecemos
por quitar de nuestra dieta las manzanas, puesto que ellas causaron la
expulsión del paraíso de Adán y Eva.
Por todo ello, si se empieza por separar hombres de mujeres,
el significado de igualdad de géneros, no tendrá ninguna razón de ser, puesto
que, como dije antes, los extremos hacen que nos separemos del conjunto en sí,
haciendo más patente aún la desigualdad, y esta vez con la temeridad de que
pueda ser llevada a cabo por las propias mujeres.
Sé que estos comentarios me van a traer muchas críticas,
pero siento decirles a aquellos que las emprenderán, que defenderé siempre a
las personas maltratadas. PERSONAS, y que la intolerancia, el odio y la discriminación generan violencia.
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