Imaginemos la violación
de una mujer. Pensemos en ella, en lo que puede sentir después de tan brutal
agresión. El asco tras el vómito, el llanto tras la impotencia, el dolor tras
la agresión… Son sensaciones que dejan marcada a una mujer de por vida, que
nada ni nadie puede evitar. Y el calvario no termina cuando te quitas de encima
a ese energúmeno, las denuncias traen el recuerdo, pasado demasiado tiempo
muchas veces, y la mente vuelve a revivirte aquel hecho, minuto a minuto.
Días
pasados, mientras se daban los datos sobre la violencia de género en España, el
Ministro del Interior se felicitaba porque cree que "La violencia contra
las mujeres en una lacra a erradicar", que vamos por el buen camino a
pesar que durante el año pasado se produjeron dos asesinatos más de mujeres a
manos de sus parejas o ex parejas en comparación con el ejercicio anterior.
Me
llamó la atención que se dijera en esa comparecencia ministerial, que España es
de los países donde menos violencia de género con resultado de homicidio, se
cometen, que países más civilizados tienen más casos de muertes violencias de
mujeres. ¿Y cree el sr. Ministro que eso puede reconfortar a alguna mujer? Una
sola persona muerta a manos de su pareja o ex pareja, supone un retroceso en la
sociedad de ese país. Me importa un rábano que sea una tasa baja, aunque mejor
así por supuesto, pero hablamos de 58 mujeres muertas, por Dios!!!
Una
mujer violada o muerta por violencia de género, es una batalla perdida.
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