lunes, 13 de octubre de 2014

CIEN MEJOR QUE UNO

         Cuando una mujer maltratada levanta el teléfono y marca el 016, está dando el paso más importante de su vida, en lo que a relación de pareja  se refiere, en lo que atañe a su propia seguridad y a la de sus hijos, y a reconocer el grave problema que sufre del que , quizás, no ha sido capaz de hablar en muchos años.
            Levantar el auricular y pedir ayuda, es el mayor síntoma de que esa mujer se ha dado cuenta de que su vida no es normal, que le da igual que su entorno lo sepa o no, de que quiere, necesita, enfrentarse al miedo que le acucia desde el primer día que su pareja le levantó la mano, o la insultó.
            Me he encontrado con mujeres que temen hablar. El consabido miedo a volver a recibir golpes y humillaciones, chantajes sobre los hijos, insultos, abusos sexuales…  Ese pánico hace no levantar el teléfono, no marcar el número, no pedir ayuda. Pero después, cuando vuelven a confiar por enésima vez en las súplicas de su pareja, en los llantos forzados, en las palabras de amor que ya resultan malsonantes; es cuando de pronto, sin mediar palabra, reciben de nuevo un golpe o una palabra hiriente. Y entonces lloran. Y entonces piensan en ese teléfono. Y entonces se arrepienten.
            Son muchas las mujeres que se han perdido en el camino por no pedir ayuda. Muchas las madres que han dejado huérfanos a sus hijos. Demasiadas. Las estadísticas no mienten. Los tabiques de muchas casas no son protectores de lo que ocurre dentro, y los vecinos lo saben, y empiezan a denunciarlo.
            Poco a poco se va moviendo la soga que esclaviza, pero aún me preguntan por qué, cada vez son más las asesinadas, más las que denuncian, más las que imploran ayuda y no la reciben, más los hijos que sufren, más los abuelos que lloran…y, sin embargo, a más que salen, que dan la cara, todavía hay muchas más detrás. Porque queda mucho por hacer. La labor diaria es de todos. Todos teníamos que ser condenados si no luchamos contra el maltrato. Deberían esposarnos por permitir que suceda lo que sabemos que ocurre, y callamos.
            La trampa consiste en culpabilizar a los estamentos, a los políticos. Esos están demasiado lejos del problema. Ellos son culpa del problema. No echemos tizones sobre fuegos que no podremos apagar. Nos escudamos en que deben hacerse cumplir las leyes, pero bien que nos apartamos cuando una pareja discute y él levanta su mano sobre su mujer. Damos un rodeo para no ver una riña entre adultos, y si vamos con nuestro hijo, incluso somos capaces de taparle los ojos y los oídos para que no se percate de lo que ocurre. Craso error.
            Debemos educarnos nosotros mismos para saber educar. Tenemos que pedir actuaciones, pero todos juntos. La individualidad en esta causa, hace que perdamos la batalla. Un maltratador se sentirá poco cohibido si sólo oye una voz que le repudia; pero si son muchas las voces que claman contra él a cada paso que da, se sentirá perdido, abrumado, solo; y sabrá que en su guerra no va a ganar

viernes, 19 de septiembre de 2014

TRIBU MOSUO: DONDE MANDAN LAS MUJERES

Al sur de China, en la región del Lago Lugo, aún existe un paraíso. La vida ideal, el entorno perfecto y la calma, son tres de las peculiaridades de una tribu que se llama Mosuo.
En esta tribu es especial en su forma de gobierno, el hecho de que las mujeres son las que gobiernan y toman las decisiones.
También conocido como  el Reino de las Hijas, la Tribu Mosuo existe desde hace dos mil años.
Lo que más llama la atención, es la ausencia de la palabra “padre” en su vocabulario. Quien determina el camino a seguir por los hijos es la madre. La propiedad es pasada de la madre a la hija mayor, y los hijos son tratados como simples habitantes de la casa.
El hombre siempre vivirá en la casa de su madre, incluso después de tener hijos con una mujer, pues es ella la que se encargará de mantenerlos y criarlos.
No existe el matrimonio como tal. Una pareja se enamora, mantienen relaciones sexuales y si ella queda embarazada, el hombre volverá a su vida en casa de su madre, y será ella la que se preocupe de los hijos que tenga; bien con este hombre o con los que quiera, porque la mujer es libre.
Los padres de sus hijos son denominados “amigos” y tienen también la libertad de estar con las mujeres que quiera. No existen los celos ni la propiedad de los hijos. Por consiguiente, no existe el divorcio, porque todo está basado en el respeto de las decisiones de la mujer. No hay bienes en común, ni pensiones que pasar o batallas por la custodia de los hijos.
Tampoco existe la preferencia de que el alumbramiento sea de un varón o de una hembra, se celebra igual y no existe la discriminación de ningún tipo.
La mayor desventaja para un niño es que apenas conoce a su padre. Para él solo existe el concepto madre y es a la que tiene dedicación exclusiva toda la vida.
Mientras la mujer se dedica a los hijos, el hombre se encarga de las tareas políticas. Elegidos por las mujeres, un hombre actúa como portavoz del clan y se encarga de mantener el orden.
El equilibrio de esta comunidad está formado por la labor de ambos sexos. Según las mujeres, los hombres son responsables en cuanto al valor del dinero y tienen mayor capacidad de organización en la tribu. Ellos tienen menor carga de trabajo, puesto que la mayor parte del tiempo la dedican a reunirse o a realizar tareas que les ha encomendado la matriarca, a la que deben pedir dinero cuando lo necesitan, o a sus hermanas. Deben encargarse de la pesca, la agricultura, la caza y la conservación de alimentos para el invierno. Tareas que aprenden de su tío materno.
El día más importante para un Mosuo, no es el día de su boda. Su dia principal es cuando cumplen los 13 años y celebran la ceremonia de la llegada de la edad, donde ya son considerados adultos. Las chicas, desde ese día, tienen una habitación separada dentro de la casa familiar, y ya pueden recibir visitas nocturnas y llevar falda.
La ceremonia de la mayoría de edad se celebra colocándose en el suelo del salón principal, un cerdo seco y un saco de arroz, símbolos de una buena fortuna para la nueva vida. Colocan el pie izquierdo sobre la bolsa de arroz y el derecho sobre el cerdo seco. El arroz significa una buena cosecha y buena vida, mientras que el cerdo representa dinero y prosperidad.
Es en esta ceremonia cuando un Mosuo adquiere el alma, según ellos. Ahora ya son un ser humano y es en ese día cuando tienen su primera experiencia sexual.
Al son de una música, las mujeres y los hombres inician una danza donde es la mujer la que elige, mediante un suave toque con la mano, a quien será  el que duerma con ella esa primera noche.
El único vínculo que tienen estas parejas, son los hijos. Si algún hijo muere, la débil unión que existía entre ambos desaparece. Todos conocen a su madre, pero pocos a su padre.
La noche está para deleitarse con un sexo pasajero, variable, elegido siempre por la mujer; pero al amanecer, cada uno debe volver a sus tareas y no se mantienen relaciones mientras el sol esté en lo alto.
Para terminar una relación, una mujer Mosuo, simplemente tiene que dejar cerrada la ventana por la que entra cada noche su amante, y éste entiende que la relación ha llegado a su fin, sin pedir mayores explicaciones.
El problema actual con el que se encuentran estas tribus actualmente, es con la llegada de los turistas y, sobre todo, de los agentes de turismo, quienes pretenden vender la zona con viajes sexuales, donde hombres de todas partes del mundo acuden, pensando que con un simple chasquido de dedos, la mujer Mosuo se va a tirar a sus brazos. Si a ello unimos la afluencia cada vez mayor de prostitutas chinas que acuden vestidas como auténticas Mosuo para fomentar su negocio, estas prácticas están provocando un malestar general en la cultura de la tribu, quienes no tachan de promiscuas a sus mujeres, sino que les veneran un profundo respeto, y no entienden que el acto sexual sea valorable económicamente.
Aquellos jóvenes de esta tribu que han emigrado para conocer otros mundos, al cabo de unos años han vuelto a su hogar, conmovidos por lo que han visto fuera. Guerras, violaciones, cárceles, luchas de poder; simplemente conceptos que no conocían y que los hace retornar a sus raíces donde se sienten felices.

En los márgenes del lago Lugo, aún pervive uno de los últimos paraísos terrenales.

martes, 9 de septiembre de 2014

LAS ESTADISTICAS DE LA BARBARIE

Intentando pasar un verano relajado, os prometo que no lo ha sido. Todo lo contrario. La barbarie de la violencia de género en España y en el resto del mundo, ha sido brutal. Asesinatos, intentos de homicidios, menores involucrados, peticiones de órdenes de alejamiento, secuestros...Todo un sin vivir para miles y miles de mujeres que sufren esta lacra tan deshumana.
Según el Ministerio de Asuntos Sociales, son 41 las mujeres muertas en nuestro país por violencia machista. Dos casos más en investigación. Total: 43 . Eso sin contar las desapariciones que no han dado prueba alguna de que se hayan producido por un caso de maltrato. Mi contabilidad me dice que son casi 50, pero las estadísticas hay que cuidarlas. Dentro de poco hay elecciones y los números pueden contar no a favor de los partidos políticos.
Me llegan noticias de todas partes del mundo, pero me centro en España, porque cada vez ocurren más cerca de mí los crímenes contra la mujer, las amenazas, los intentos de suicidio por parte de las víctimas. Pero esto no se cuenta. Nadie habla de la cantidad de órdenes de alejamiento que se solicitan; solamente de las que se conceden. Pues para interés público, les indico que más de la mitad de esas órdenes solicitadas por mujeres temerosas de su vida, no se admiten a trámite. Y ahí queda la víctima, a expensas de su maltratador.
En el año 2009, el Ministerio de Igualdad adquirió 3.000 brazaletes antipánico para las mujeres maltratadas. Es ilógico pensar que si hay en España 62.000 mujeres con alguna orden de protección, solamente estén en uso 711 pulseras para ser activadas cuando el maltratador se acerca a su víctima.
Tampoco entiendo que sigan acusándome algunos abogados de que defiendo la Ley de Violencia de Género por encima del Código Penal. Señores, lo digo una vez más y públicamente: La Ley de Violencia de Género imputa a maltratadores con delitos, donde el Código Penal solamente los castiga con faltas. Y hay una notable diferencia. Si los abogados y los jueces siguen por ahí, mal vamos. Jamás una mujer podrá sentirse segura cuando acuda a un juzgado y compruebe que, dependiendo del libro que el magistrado tenga en sus manos, una paliza será castigada con unos meses o unos años de prisión, o simplemente, una multa.
Benditos abogados. Benditos jueces. Benditos hombres. Nuestro destino en sus manos.
Me asusto cuando me encuentro el caso de alguna jueza o de alguna abogada, que también las hay, quienes defienden el Código Penal ante la Ley de Violencia de Género. Sé que es incompleta, pero ahí esta y se aprobó para aplicarla.
Estamos en época de poner en grandes titulares las ayudas económicas para paliar esta lacra. En letras negras de gran tamaño, podemos comprobar cómo las administraciones se rasgan las vestiduras para potenciar a expertos en el tema. Si son expertos, ¿qué más necesitan? ¿No sería mejor apoyar a las víctimas? Darles un espacio, un hogar, una ayuda, una asistencia. Devolverles la dignidad. Hay que darse cuenta que las mujeres maltratadas no son casos de estadísticas, no son fenómenos extraños, no son piedras que unos partidos se arrojan a otros.
La violencia de género continúa. Es como una telenovela mala donde nunca llega el final.

miércoles, 6 de agosto de 2014

TODOS SOMOS MALTRATADORES

Rabia, impotencia y frustración son tres palabras que me definen después de saber que una nueva víctima de violencia de género ha engrosado las listas de mujeres asesinadas por su pareja o ex pareja.
La rabia de comprobar que el sistema no funciona, que no llega  a donde debiera, que no ayuda a la víctima, que causa indefensión en aquellas mujeres que realmente lo necesitan.
Cuando la administración se escuda en el "no había denuncias previas", me suena a Pilatos y su lavatorio de manos. Si una mujer muere asesinada, no se llega ahí sin que absolutamente nadie conozca el problema. Un vecino, un familiar, alguien que ve algo extraño. Un maltratador deja un rastro que se podría seguir si realmente quisiéramos frenar esta lacra.
Impotencia porque las personas de a pie, sin ayuda real, no podemos hacer nada. Manifestaciones que se quedan en una foto, declaraciones que colman las noticias durante un minuto, el olvido prematuro porque, por desgracia, otra nueva víctima hace que nos olvidemos de la anterior...y así, como una rueda que no cesa, sin un tope que la frene, vamos haciendo que la violencia de género se implante en nuestra sociedad como un acto salvaje más de los muchos que vemos en televisión.
Frustración porque el último caso me ha tocado demasiado cerca. Orihuela. Sé que no podría haber hecho nada, pero lo intenté. Me puse en contacto con su ayuntamiento hace un año para impartir unas charlas sobre violencia de género, quería hablar con sus mujeres, con sus asociaciones, y me cerraron las puertas. Hoy, una mujer es hallada muerta en su domicilio días después de haber sido asesinada.
Aquel concejal de política social no quiso ayudarme a difundir el mensaje. No tenían presupuesto. Le dije que era gratis, que solo me dejaran vender mi libro ¡Zorra! para costearme los gastos, y entonces no hubo respuesta. No interesaba. Hoy están de entierro. Sé que no hubiese podido hacer nada, pero al menos quise intentarlo y no me dejaron.
¡Cuántas puertas he tocado para que me abriesen! ¡Cuántas asociaciones de mujeres me han dicho que no era un tema que se diera en su municipio, que preferían un curso de corte y confección! ¡Cuántos intentos de ayudar y no poder hacer nada!
Me duele. Quizá esta mujer hubiese ido a las charlas, quizás hubiese abandonado a su pareja, se hubiese marchado, hubiese denunciado. Las mujeres necesitan sentirse protegidas, cobijadas, pero eso no interesa políticamente hablando.
Si quieres ayudar tienes que transformarte en asociación, para poder facturar. Lo que es gratis no interesa.
Siento rabia, impotencia y frustración, sobre todo, porque el asesino de esta chica sigue suelto y, probablemente, cerca de mí, porque su origen es Murcia.
La administración desempolvará su carpeta de actos para la mujer en el mes de noviembre, mientras tanto seguirán diciendo aquello de "es que no había denuncias previas".
Los primeros maltratadores somos nosotros mismos, cuando bajamos la cabeza ante un hecho que podríamos evitar.

miércoles, 16 de julio de 2014

HISTORIAS DE TODOS LOS DIAS

"La primera vez que me besó, creí bailar en una nube durante tres o cuatro días. Los justos hasta que volvió a llamarme. Mi estómago daba vueltas ante el reencuentro, esperando el segundo beso de una chiquilla enamorada. Quedé con él a las puertas de un pub de moda en el centro del pueblo. Le vi llegar puntual, impresionante con su paso de galán de diecisiete años, viniendo hacia mí cual ofrenda por la que yo estaba dispuesta a darlo todo. Me había puesto mi mejor vestido, la falda más corta para que dejara ver mis bonitas piernas, me había alisado el cabello y había robado del baño de mi madre una pequeña barra de labios con la que dar colorido a mi cara. Mis doce años me dejaban poco margen mayor.
Cuando estuvo a mi altura, entorné los ojos esperando un beso en la mejilla, pero lo que acudió a mi cara fue una llamarada, un latigazo que me dejó paralizada. Sin mediar palabra me había pegado. Con mi mano sobre su huella en la cara, le pregunté con un nervioso por qué?. Y él simplemente me dijo: Mis asuntos personales son míos, y no me gusta que nadie los publique en Facebook.
No le entendí al principio, pero después recordé que había puesto una frase de alegría desorbitada después de aquel beso en la famosa red social.
No podía dejarle irse sin más. Le quería y por ello le pedí perdón. Con odio, me contestó que dónde iba con aquel aspecto de puta, que a él le gustaban las mujeres que se destapaban en el interior de sus casas, y no en la calle. Si quería ir con él debería ir a cambiarme rápidamente.
Subí corriendo las escaleras y a la vez que lloraba camino a mi casa, me di cuenta que le quería más a él que a mí misma, tenía que obedecerle, sino le perdería.
Hoy, cuando cumplo los dieciocho, no le he invitado a mi fiesta. Los moratones no se pudieron esconder y mis padres tomaron cartas en el asunto. Le faltan unos días para salir de prisión y tengo miedo".

Este relato me lo describía una chica atemorizada, quien me permitió publicarlo pero sin desvelar su identidad. Juzguen ustedes.
El chico ha salido de prisión y ahora es ella la que vive en una cárcel, con apenas 18 años está asustada, ha dejado los estudios y piensa en marcharse lejos, dejándolo todo, por el miedo a que vuelva a pegarle y a hacerle las salvajadas que la convirtieron en una auténtica esclava, y que no he querido relatar porque podrían herir la sensibilidad de algunas personas.
Animo, es lo único que te puedo decir desde aquí. Prometí escribirlo sin delatarte, y lo he hecho.

lunes, 30 de junio de 2014

¿CENICIENTAS O CALABAZAS: CUÁL ES LA REALIDAD?

Todavía existe gente que piensa que la violencia de género es un hecho que sucede lejos de su entorno. ¡Cuántas mujeres callan aún tras las cortinas corridas de sus casas! Mujeres que, como tú que lees esto, habían pensado que su relación de pareja sería como el cuento de la Cenicienta. De ahí el nombre de este blog: "de calabazas y cenicientas"; porque las féminas seguimos apostando por el amor y por la historia que vemos en el cine.
El problema surge cuando la historia se da la vuelta, cuando la calabaza no aparece a las ocho de la noche, antes de irnos al baile, sino que, por más que le hagamos zig-zag con la varita mágica, jamás se convierte en lo que soñábamos.
Hay que ser más realistas.
Durante muchos años nos han hecho creer que nuestro papel en la sociedad es fomentar el papel de una irrealidad y vivir de él. Hemos dejado que los sueños prevalezcan sobre la verdad, que las expectativas sobre el ser humano, sean muy altas. Pocas son las mujeres que sueñan y viven ese sueño, porque soñar es una cosa y vivir es otra.

La primera vez que discutimos, pueden hacernos creer que la culpa es nuestra. Quizás lo sea. La segunda vez pensamos que quizá el sueño no sea tan real. La tercera bronca nos puede hacer aprender dos cosas, que la relación no funciona, o que nos está manipulando nuestra pareja, a fin de parecer que siempre somos la parte negativa de los dos. La moneda se da la vuelta y aparece la cruz.
Aquí debería decidir una mujer qué hacer, qué quiere, qué esperaba de una relación. No esperar a una cuarta, a una quinta vez. La vida no es eterna, ni larga; ni nadie tiene el derecho a levantar la voz contra otra persona. Ni tú a él, ni él a tí. Simplemente hay cosas que no funcionan, aunque nos empeñemos en hacernos creer que son hechos aislados.
Y cuando te levanta la mano. Ahí el sueño sí que ha desaparecido. Una bofetada debe servir para hacernos ver la realidad. Pensar que ha llegado el fin de la película y que nos equivocamos de film. Una agresión es imperdonable, es injusta, es discriminatoria y es, en definitiva, bajar un escalón que, como mujeres, nos costó mucho subir.
Y seguimos perdonando y dando tiempo, simplemente por amor. Como decía el escritor Joël  Dicker: "el amor es una excusa creada por el hombre para que alguien le lave la ropa" ¿y si fuera cierto? Estoy convencida que algunos hombres así lo creen, que se inspiran en el machismo puro y duro y en el ansia de una mujer por tener a alguien a quien pertenecer, que se aprovechan de esa circunstancia. Y el problema no es de ellos, es nuestro, de las mujeres que sucumbimos a promesas irrealizables por el simple hecho de amar y ser amada, aunque sea con los parámetros de otros.
Cuando me refiero a mujeres que lo están pasando mal, que continúan viviendo en un sueño, y que perdonan una y otra vez a quien les está haciendo la vida imposible,  simplemente hay que coger un periódico de un día cualquiera, como yo hice ayer mismo, y me encuentro con  un hombre de Elche (Alicante) que ha rociado a su ex pareja con un ácido en la cara y en el pelo en un pequeño pueblo cercano, Torrellano. Y era una chica normal, con sueños normales.
Si continuo revisando las noticias, descubro que en Torremolinos han detenido a un hombre por pegar con rabia, en mitad de la calle a su pareja, mientras ella gritaba y pedía ayuda.
¿Ese es el sueño que perseguimos? ¿Esa es la cenicienta en la que nos empeñamos en convertirnos cueste lo que cueste?
Hay que despertar, dejar el vestido de tul a un lado y poner los pies en el suelo, con la fe viva en creer que tú, mujer, eres única, auténtica e irrepetible, que te quieres y que nadie lo va a hacer como tú misma.
El mejor método para acabar con el maltrato a la mujer es empezar a ser una misma, a creerse importante para tí misma, y defenestrar todo aquello que pueda herirte, aunque sea el príncipe que un día apareció en tu vida y del que esperabas más besos de los que llegaron, y más abrazos de los que se produjeron.


viernes, 20 de junio de 2014

MUJER ADULTERA

Castigar a una mujer por adulterio, ha sido algo que ha sucedido desde los tiempos más remotos. Una mujer no puede ni debe serle infiel a su pareja, y por ello ha recibido, a lo largo de los años, diversas formas de tortura.
Las leyes acusadoras a la mujer de adulterio que más se conocen, son las implantadas en los países musulmanes, en Oriente Medio, donde las féminas cumplen con diversos castigos si cometen este supuesto delito. Consideran grave la falta y la pena que se impone va, desde el raim, o muerte por lapidación, o el castigo zina, que supone recibir 100 latigazos; aparte de despojarlas de derechos (que ya de por sí tienen pocos) a ser tratadas como auténticas rameras y repudiadas por la sociedad.
Ya en el año 2100 a.C., apareció en lengua sumeria, el más antiguo código de derecho que ha existido. En él se dice que la pena de muerte se iba a utilizar para las mujeres casadas que tentaran a los demás hombres para hacerles pecar en el adulterio, también para los hombres que violaran a las vírgenes.
Para los indicios de las tribus Wyandot, donde hoy se asientan Kansas y Oklahoma, el primer castigo de una adúltera era cortarle el pelo. Así todo el mundo podía saber qué mujer era adúltera. Si reincidía, se le cortaba la oreja izquierda.
Siempre la mujer ha salido mal parada de una relación adúltera, ostensiblemente con un castigo mucho superior al del hombre. En occidente, hasta no hace mucho, la mujer adúltera se considera mujer pública; mientras que al hombre público se le conoce como aquél que tiene relación con la sociedad y es bien mirado.
En España el adulterio se despenalizó en 1978, con la Ley de Reforma Política que, al amparo de Suárez y de Landelino Lavilla como Ministro de Justicia, se comenzó a desarrollar en nuestro país el ideal de que todos somos iguales, hecho que avala nuestra constitución de ese mismo año.
En países denominados “desarrollados” como puede ser México, se despenalizó el adulterio recientemente. Con un 99% de votos a favor del mismo y una abstención, se consiguió eliminar la pena de cárcel para los adúlteros. Aún así, es una tremenda provocación el ser acusado de adulterio, pudiendo ser repudiado en diversas sociedades mexicanas.
En Venezuela se reformó parcialmente el Código Penal, concretamente en 2005, con Hugo Chaves como presidente, y se dejó sin actualizar el papel de la mujer adúltera, que cumplirá penas de prisión de hasta 3 años, pero no los hombres.
Estrechamente unido el maltrato a la mujer con el adulterio, o el indicio de haber cometido este pecado; en algunos países aún se sigue exculpando al marido si le pega al tener pruebas sobre dicha acusación. En Italia, hasta no hace mucho, la Corte Suprema exculpaba a un hombre de maltratar a su mujer y demostraba que lo había hecho por temas adúlteros y tenía pruebas.
Haciendo este artículo, me he encontrado con un shiita que escribe en su blog completas aberraciones justificando el maltrato, asesinato y cárcel de la mujer adúltera. Me es imposible reproducirlo porque el sentido común me lo prohíbe, pero he querido dejar el enlace para que quien desee leerlo, lo haga.
Espero comentarios al respecto, porque no tiene desperdicio.