miércoles, 21 de marzo de 2018

LA DESVERGUENZA EN MURCIA SOBRE LA VIOLENCIA DE GENERO


       Murcia aparece en la prensa nacional, un año más, en los primeros puestos, entre Comunidades Autónomas donde más han crecido los casos de violencia de género, concretamente el segundo . Se presentaron 7839 denuncias y y 1076 órdenes de protección fueron adoptadas. Dentro de esta espeluznante cifra, aparecen 226 adolescentes, menores de edad, que cometieron delitos contra la mujer y que fueron juzgados y condenados por ellos.

Resultado de imagen de mujer cansada papeles     Si comparamos los datos con otra Comunidad Autónoma uniprovincial como La Rioja, casi duplicamos la tasa de casos de violencia de género a mujeres.

      Esta noticia me causa indignación, además de la certeza de que no se están poniendo todos los medios adecuados por parte de las diversas administraciones que conforman la Región de Murcia. Si bien es cierto que 2017 ha sido el año, desde que se llevan estadísticas, donde más casos se han reflejado a nivel nacional contra la mujer, no debe servir de excusas en nuestra región para que nos conformemos tan solo con golpes de pecho y nos aplaudamos con lo bien que lo hacemos, cuando la realidad social y documentada, refleja todo lo contrario.

      Desde hace más de seis años, he recorrido muchos lugares asesorando, intentando ayudar a mujeres maltratadas y a otras que quieren tener información para estar preparadas por ellas mismas y por sus propias hijas y amigas, y lo que he visto en distintos puntos de nuestra geografía tienen puntos en común que he denunciado públicamente y de los cuales se sigue sin hacer demasiado caso.

      Cabe destacar que, por ejemplo, el número de atención a víctimas de violencia de género no deja rastro en la factura, pero sí queda recogido en la memoria del teléfono cuando se pulsa. También es frecuente que la víctima, después de poner la denuncia contra el maltrato, vuelva sola a casa sin el acompañamiento de un agente de seguridad para comprobar que no corre peligro si se queda en su casa; o que los familiares sigan interponiendo dicha denuncia en un porcentaje bajísimo, apenas del 2%, siendo conocedores en la mayoría de los casos de lo que ocurre. 

Resultado de imagen de mujer lucha     Fui una mujer maltratada y puedo hablar sobre el tema con conocimiento pleno de causa. Por ello me duelen los sistemas actuales de ayuda en algunos casos donde la mujer se convierte en una cifra más, en un porcentaje estadístico donde las ayudas llegan cuando ya no tiene voz para alzarla, y donde compruebo que los estereotipos que padecí hace más de veinte años, cuando no existía Ley que me amparase, vuelven a reproducirse a pesar de todo lo andado.

      He escrito un libro sobre casos reales de violencia de género que se llama ¡Zorra! y que trata 18 casos reales de esta lacra, sacados de más de trescientas entrevistas con mujeres maltratadas y su entorno, y también he visto muchos rostros de mujeres desconcertadas, dolidas y sufrientes por la situación en la que se encuentran. Mujeres que han llorado en mi hombro pidiendo ayuda porque han acudido a CAVIS donde les han comentado que si “solamente” sufre violencia psicológica, no pueden hacer nada por ellas, que esperen a que les pegue su marido. Otros casos atendidos han recibido una atención mensual de 40 minutos por parte del psicólogo o psicóloga de turno.

     He visitado Ayuntamientos donde compruebo que una Concejalía es de Igualdad y otra de Mujer, como si una cosa no fuese complementaria de la otra, o simplemente han dicho que las actividades para el día de la mujer o el día contra la violencia de género las tenían ya preparadas con exposiciones, murales y alguna charla y que habría que esperar a otro año para hacer algo. Claro, porque la violencia de género son dos días donde acuden los fotógrafos para salir en la prensa y en los demás no existen mujeres sufriendo, gritando y pidiendo ayuda, sabiéndose en una maraña de burocracia que poco o nada hacen por ellas.
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      Algunos altos dirigentes murcianos que habitan en las Consejerías o la propia Asamblea Regional, se han limpiado las manos literalmente, porque no interesa que nadie, desde su reacción antipolítica quiera usurparles el trono de trabajar en pos de la violencia de género. Al menos eso es lo que creen y nada más lejos de la realidad. Refugiados en cifras y en rostros muy duros a los que nos les llega ni de cerca el sufrimiento real de mujeres que se lamentan de la dejadez con la que se actúa desde estos ámbitos.

Resultado de imagen de murcia     He participado en programas de radio, series de televisión, artículos periodísticos, cortometrajes y decenas de charlas pero casi nunca en Murcia, como si aquí no pasara nada. Me han llegado a decir que el tema de la violencia de género es “feo” o que “no interesa a las mujeres”, representantes políticos apoltronados en sillones de piel de esos Ayuntamientos que todos y todas sostenemos, incluso se han negado a poner el título de mi libro “Zorra” porque puede herir sensibilidades el título.
    Es inaudito lo que pasa en esta Región donde el campo de cultivo se comprueba que está germinando la especie machista que insulta, pega y asesina a mujeres para las que no aparecen las prometidas ayudas, y donde no se quiere abrir la puerta a personas que nos ofrecemos para aportar nuestro grano de arena en esta maraña de inhumanidad.

       Me conocen en muchas Administraciones regionales porque  he ofrecido mi ayuda. He hablado en la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, he acudido a los partidos políticos que nos representan en la Asamblea Regional, incluso con la Presidenta de dicho organismo y me he comunicado con todos los Ayuntamientos que conforman nuestra Región, pero da igual. Lo único que encuentro son palmaditas en la espalda de “ya te diremos algo” o “nuestro partido político ya ha hecho lo que tenía que hacer” o tonterías por el estilo.

Resultado de imagen de verguenza     Aquí se busca la foto entregando la medalla de turno al amigo o amiga del partido que regenta el trono y al que, por cierto, se le está llenando la cuenta corriente a costa de esta lacra, y poco más.

     Indignada por ver lo que ocurre en mi propia región es poco. Decepcionada, mucho.

     Solo espero que la voluntad, alguna vez, sea real y se atienda desde abajo, no desde los despachos, que se escuche a mujeres fuera de una oficina de 8 a 15 horas, que las ayudas lleguen, que las órdenes de alejamiento funcionen realmente, que nuestros jueces y juezas no llenen portadas de periódicos diciendo barbaridades y que los políticos y políticas dejen la foto y se empapen del dolor que las mujeres maltratadas están padeciendo.

     Acabamos de salir a la calle para gritar, para quejarnos, también, de esta situación de desamparo, pero aquí nadie quiere implicarse realmente. Todos nos cierran la puerta cuando queremos ayudar y acercarnos a quienes están sufriendo. Esto es una tarta que se reparten cuatro y se dan golpes en el pecho, y que no sienten la mínima vergüenza ante noticias como la que hoy nos trae la prensa de datos reales.

     Pero seguiré trabajando en el tema y acudiré allí donde me llamen, aunque no sea en mi propia tierra.

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