viernes, 19 de septiembre de 2014

TRIBU MOSUO: DONDE MANDAN LAS MUJERES

Al sur de China, en la región del Lago Lugo, aún existe un paraíso. La vida ideal, el entorno perfecto y la calma, son tres de las peculiaridades de una tribu que se llama Mosuo.
En esta tribu es especial en su forma de gobierno, el hecho de que las mujeres son las que gobiernan y toman las decisiones.
También conocido como  el Reino de las Hijas, la Tribu Mosuo existe desde hace dos mil años.
Lo que más llama la atención, es la ausencia de la palabra “padre” en su vocabulario. Quien determina el camino a seguir por los hijos es la madre. La propiedad es pasada de la madre a la hija mayor, y los hijos son tratados como simples habitantes de la casa.
El hombre siempre vivirá en la casa de su madre, incluso después de tener hijos con una mujer, pues es ella la que se encargará de mantenerlos y criarlos.
No existe el matrimonio como tal. Una pareja se enamora, mantienen relaciones sexuales y si ella queda embarazada, el hombre volverá a su vida en casa de su madre, y será ella la que se preocupe de los hijos que tenga; bien con este hombre o con los que quiera, porque la mujer es libre.
Los padres de sus hijos son denominados “amigos” y tienen también la libertad de estar con las mujeres que quiera. No existen los celos ni la propiedad de los hijos. Por consiguiente, no existe el divorcio, porque todo está basado en el respeto de las decisiones de la mujer. No hay bienes en común, ni pensiones que pasar o batallas por la custodia de los hijos.
Tampoco existe la preferencia de que el alumbramiento sea de un varón o de una hembra, se celebra igual y no existe la discriminación de ningún tipo.
La mayor desventaja para un niño es que apenas conoce a su padre. Para él solo existe el concepto madre y es a la que tiene dedicación exclusiva toda la vida.
Mientras la mujer se dedica a los hijos, el hombre se encarga de las tareas políticas. Elegidos por las mujeres, un hombre actúa como portavoz del clan y se encarga de mantener el orden.
El equilibrio de esta comunidad está formado por la labor de ambos sexos. Según las mujeres, los hombres son responsables en cuanto al valor del dinero y tienen mayor capacidad de organización en la tribu. Ellos tienen menor carga de trabajo, puesto que la mayor parte del tiempo la dedican a reunirse o a realizar tareas que les ha encomendado la matriarca, a la que deben pedir dinero cuando lo necesitan, o a sus hermanas. Deben encargarse de la pesca, la agricultura, la caza y la conservación de alimentos para el invierno. Tareas que aprenden de su tío materno.
El día más importante para un Mosuo, no es el día de su boda. Su dia principal es cuando cumplen los 13 años y celebran la ceremonia de la llegada de la edad, donde ya son considerados adultos. Las chicas, desde ese día, tienen una habitación separada dentro de la casa familiar, y ya pueden recibir visitas nocturnas y llevar falda.
La ceremonia de la mayoría de edad se celebra colocándose en el suelo del salón principal, un cerdo seco y un saco de arroz, símbolos de una buena fortuna para la nueva vida. Colocan el pie izquierdo sobre la bolsa de arroz y el derecho sobre el cerdo seco. El arroz significa una buena cosecha y buena vida, mientras que el cerdo representa dinero y prosperidad.
Es en esta ceremonia cuando un Mosuo adquiere el alma, según ellos. Ahora ya son un ser humano y es en ese día cuando tienen su primera experiencia sexual.
Al son de una música, las mujeres y los hombres inician una danza donde es la mujer la que elige, mediante un suave toque con la mano, a quien será  el que duerma con ella esa primera noche.
El único vínculo que tienen estas parejas, son los hijos. Si algún hijo muere, la débil unión que existía entre ambos desaparece. Todos conocen a su madre, pero pocos a su padre.
La noche está para deleitarse con un sexo pasajero, variable, elegido siempre por la mujer; pero al amanecer, cada uno debe volver a sus tareas y no se mantienen relaciones mientras el sol esté en lo alto.
Para terminar una relación, una mujer Mosuo, simplemente tiene que dejar cerrada la ventana por la que entra cada noche su amante, y éste entiende que la relación ha llegado a su fin, sin pedir mayores explicaciones.
El problema actual con el que se encuentran estas tribus actualmente, es con la llegada de los turistas y, sobre todo, de los agentes de turismo, quienes pretenden vender la zona con viajes sexuales, donde hombres de todas partes del mundo acuden, pensando que con un simple chasquido de dedos, la mujer Mosuo se va a tirar a sus brazos. Si a ello unimos la afluencia cada vez mayor de prostitutas chinas que acuden vestidas como auténticas Mosuo para fomentar su negocio, estas prácticas están provocando un malestar general en la cultura de la tribu, quienes no tachan de promiscuas a sus mujeres, sino que les veneran un profundo respeto, y no entienden que el acto sexual sea valorable económicamente.
Aquellos jóvenes de esta tribu que han emigrado para conocer otros mundos, al cabo de unos años han vuelto a su hogar, conmovidos por lo que han visto fuera. Guerras, violaciones, cárceles, luchas de poder; simplemente conceptos que no conocían y que los hace retornar a sus raíces donde se sienten felices.

En los márgenes del lago Lugo, aún pervive uno de los últimos paraísos terrenales.

martes, 9 de septiembre de 2014

LAS ESTADISTICAS DE LA BARBARIE

Intentando pasar un verano relajado, os prometo que no lo ha sido. Todo lo contrario. La barbarie de la violencia de género en España y en el resto del mundo, ha sido brutal. Asesinatos, intentos de homicidios, menores involucrados, peticiones de órdenes de alejamiento, secuestros...Todo un sin vivir para miles y miles de mujeres que sufren esta lacra tan deshumana.
Según el Ministerio de Asuntos Sociales, son 41 las mujeres muertas en nuestro país por violencia machista. Dos casos más en investigación. Total: 43 . Eso sin contar las desapariciones que no han dado prueba alguna de que se hayan producido por un caso de maltrato. Mi contabilidad me dice que son casi 50, pero las estadísticas hay que cuidarlas. Dentro de poco hay elecciones y los números pueden contar no a favor de los partidos políticos.
Me llegan noticias de todas partes del mundo, pero me centro en España, porque cada vez ocurren más cerca de mí los crímenes contra la mujer, las amenazas, los intentos de suicidio por parte de las víctimas. Pero esto no se cuenta. Nadie habla de la cantidad de órdenes de alejamiento que se solicitan; solamente de las que se conceden. Pues para interés público, les indico que más de la mitad de esas órdenes solicitadas por mujeres temerosas de su vida, no se admiten a trámite. Y ahí queda la víctima, a expensas de su maltratador.
En el año 2009, el Ministerio de Igualdad adquirió 3.000 brazaletes antipánico para las mujeres maltratadas. Es ilógico pensar que si hay en España 62.000 mujeres con alguna orden de protección, solamente estén en uso 711 pulseras para ser activadas cuando el maltratador se acerca a su víctima.
Tampoco entiendo que sigan acusándome algunos abogados de que defiendo la Ley de Violencia de Género por encima del Código Penal. Señores, lo digo una vez más y públicamente: La Ley de Violencia de Género imputa a maltratadores con delitos, donde el Código Penal solamente los castiga con faltas. Y hay una notable diferencia. Si los abogados y los jueces siguen por ahí, mal vamos. Jamás una mujer podrá sentirse segura cuando acuda a un juzgado y compruebe que, dependiendo del libro que el magistrado tenga en sus manos, una paliza será castigada con unos meses o unos años de prisión, o simplemente, una multa.
Benditos abogados. Benditos jueces. Benditos hombres. Nuestro destino en sus manos.
Me asusto cuando me encuentro el caso de alguna jueza o de alguna abogada, que también las hay, quienes defienden el Código Penal ante la Ley de Violencia de Género. Sé que es incompleta, pero ahí esta y se aprobó para aplicarla.
Estamos en época de poner en grandes titulares las ayudas económicas para paliar esta lacra. En letras negras de gran tamaño, podemos comprobar cómo las administraciones se rasgan las vestiduras para potenciar a expertos en el tema. Si son expertos, ¿qué más necesitan? ¿No sería mejor apoyar a las víctimas? Darles un espacio, un hogar, una ayuda, una asistencia. Devolverles la dignidad. Hay que darse cuenta que las mujeres maltratadas no son casos de estadísticas, no son fenómenos extraños, no son piedras que unos partidos se arrojan a otros.
La violencia de género continúa. Es como una telenovela mala donde nunca llega el final.